LIBRO ONLINE 10

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4. La Ecologenia facilita el acceso a la propiedad a todos los que sean diligentes, capaces y honrados. El ciudadano trabajador de ninguna manera es enemigo de la propiedad, pero aunque la mayor parte de las Constituciones de los países “garantizan” el derecho a la vivienda digna, casi ninguno puede hacer de ello una realidad, o sea que es una brutal injusticia que desde su nacimiento, la mayor parte de los habitantes del mundo, no puedan tener la esperanza de ser propietarios, salvo que exista un vislumbre de herencia, que generalmente será a compartir con hermanos y otros parientes. La Ecologenia debe asegurar que todo trabajador honrado, cualquiera sea su puesto de trabajo, pueda ser propietario de la vivienda que desea, sin que ello le signifique esclavizarse de por vida a una hipoteca. Hemos de recordar que en Argentina, Chile, Uruguay y España, entre principios del siglo XX y hasta hace tres o cuatro décadas, las hipotecas no podían -por ley- superar los quince años y el cincuenta por ciento de un sueldo mínimo. ¿Qué ha ocurrido para que desaparezcan aquellos modelos que usaron democracias y dictaduras por igual, y produjeron decenas de millones de viviendas? Los planes de ayuda mutua, los acuerdos con las cámaras de la construcción y los créditos estatales hicieron el milagro, a pesar de que ya funcionaba la economía financiera arañando cada operación bancaria. La Ecologenia puede mejorar aún en mucho, aquellos planes de vivienda, merced a la experiencia histórica, una organización mejor y la nulidad del interés financiero.

EL DERECHO AL TRABAJO

            El derecho al trabajo es inalienable. Ninguna persona puede quedar excluida de la posibilidad de trabajar, porque cada desocupado es un baldón para la economía del Estado, pero principalmente, es una desgracia para la propia persona. Menos desgraciado es aquel que tiene que trabajar en lo que no es su verdadera vocación, pero el Estado debe procurar mediante el Servicio de Orientación Vocacional, que el trabajo dignifique a la persona. Los trabajos de riesgo deben ser especialmente controlados por al Ministerio de Trabajo, en la mentalidad de que son muy raros los accidentes, pero muy comunes las negligencias.

 [Nota Histórica: Luis Blanc (1813‑ 1882) y otros durante el gobierno de Luis Felipe en Francia, como Proudhon (1809‑1865) proclamaron el derecho al trabajo por primera vez en Europa, como la verdadera y única divisa de la revolución de febrero de 1848 y ello derivó en una cuestión de obligación del Estado, sin embargo la historia del trabajo en la Antigua Roma, merece también atención: No existían leyes que obligaran al Estado a dar trabajo, porque se consideraba que “es tan ridículo como proveer al pueblo de la respiración” al decir de Catón el Censor en una discusión con Publio Escipión, que propugnaba una ley para asegurar el trabajo de los Extorris (esclavos extranjeros liberados por los ejércitos romanos). Nunca se dictaron leyes al respecto, pero documentos romanos indican que no tardaban en insertarse en la sociedad romana mediante el “Talentum test” que realizaban los Censores. O sea que el trabajo, que no estaba obligado sino por la mera naturaleza humana, sólo estaba administrado mediante unas pocas leyes económicas y el Censor hacía de analista vocacional. La realidad era muy diferente de lo que nos cuenta la historia oficial y basta meditar un poco sobre los medios de la época, para comprender que económicamente, el Imperio Romano era “progresista” en el sentido más sano de la palabra. La interpretación como “monedas”, que se hace de las fichas acuñadas por las familias romanas y los talentos y sestercios acuñados por el Estado, es una falsificación histórica aparecida poco después de Constantino, pero tardó -como otras mentiras históricas iguales o peores- siglos en ser masivamente aceptadas.]

            Es importante recuperar la historia verdadera, pero más aún comprender la realidad actual. Incluso si no tuviéramos los referentes documentales de la historia, podríamos decir que este libro es pura creación novedosa. Pero lo cierto es que debemos aprender tanto del pasado remoto, como del cercano, como del presente. Y todo nos dice muy a las claras que no podemos seguir siendo esclavos de “los mercados”, cuya alusión periodística suele hacerse específicamente sobre los mercados financieros. El trabajo es la única y legítima fuente de riqueza. La especulación financiera sólo es causante de crisis, desesperación colectiva y esclavitud.

             El Estado debe conservar a los ciudadanos en su propiedad, asegurar a cada uno lo suyo y protegerlo. La mejor manera de hacerlo es asegurando un trabajo digno y acorde a la capacidad de cada uno.

            La riqueza del pueblo se debe única y exclusivamente a su capacidad de organizar el trabajo, porque no hay lugar en la tierra -ni en los más áridos desiertos- donde no existan recursos para ser explotados, manufacturados, aprovechados o vendidos los excedentes, o cambiados por otros productos. Toda otra concepción de la economía, es fatua, meramente virtual, propicia para la charlatanería cuyos resultados son las crisis y el terrorismo informativo sobre “los mercados” que vemos hoy.

            La esencia del derecho al trabajo en todo país, reside en la evaluación moral del trabajo colocado por todos, en el más alto rango, tanto respecto del compatriota como de la comunidad; en el reconocimiento del trabajo como fundamento de toda economía. El derecho al trabajo y el trabajo mismo como valor, dejan en segundo plano inexorablemente a cualquier otro valor político, económico o material.

            El trabajo no sólo es un medio para la consecución de un fin, sino que está en primer lugar en la economía. Es lo que directa o indirectamente “produce capital”, es el fundamento de la economía, ya sea manual, artística, intelectual o incluso espiritual. Por eso el trabajador honrado debe ser considerado como el causante real de todos los bienes, productos y servicios que hacen la felicidad de la comunidad. En consecuencia, el Estado debe administrar el trabajo, mejor que a las más altas, perfectas y bellas joyas o a los más caros tesoros que existen.

            Un individuo irresponsable o insensato, puede dilapidar rápidamente una fabulosa fortuna. Cuánto más rápido puede hacerlo un pueblo que no se organiza y defiende de los “atractivos” del comercio, de los azares de la especulación, de los engaños de los esclavistas económicos… Las “crisis” económicas provocadas para meter el “miedo a la falta de dinero” en la mente de los pueblos, atenazando así a los gobernantes para imponerles las “reglas del mercado” se arreglan con una clave muy simple: Nacionalización de la banca, anulación de la usura y organización del trabajo.

            La Ecologenia, está, como en todos los demás aspectos, opuesta de forma y de fondo al capitalismo, opuesta al comunismo marxista y sus preceptos son extremadamente claros, aunque para algunas mentes absorbidas por el sistema dinerocrático pueda resultar “temible”, ya que todo cambio importante conlleva temores en cualquier persona o colectivo. En cualquier caso, todo ciudadano, cualquier sea su rango o puesto de trabajo, debe entender que la riqueza de un pueblo no se mide por un balance de caja, más o menos ficticio, sobre la base de los capitales acumulados y de los bienes del activo que pueden perder su valor de un día para otro… La riqueza sólo se puede medir por la capacidad, organización y producto del trabajo.

            La Ecologenia propende a que nadie pueda recibir renta sin trabajo y sin esfuerzo, porque ello constituye directa o indirectamente, un perjuicio para el resto de la sociedad. Ningún beneficio que reciba de la sociedad quien no trabaja, proviene de la mera preexistencia. Ni siquiera los pueblos precarios recolectores, obtienen su alimento y útiles sin trabajo. También, para evitar la parasitosis de la especulación, es preciso coartar todo intento de hacer del trabajo y del trabajador una “mercancía”, como ocurre con las empresas de empleo temporal. El carácter del trabajo en la Ecologenia es prácticamente sagrado, puesto que es la esencia de la Econogenia, así que de ningún modo puede estar su organización en otras manos que el Ministerio de Trabajo, como éste lo está en las de la Asamblea Nacional, la que a su vez es la expresión más clara de la voluntad popular, a la vez que conductora democráticamente intachable.

            La desocupación o desempleo, no es un problema económico ni una circunstancia fortuita. Es un problema político de enorme injusticia. El liberalismo convirtió el trabajo en factor económico, cuando en realidad la economía es producto del trabajo. La Ecologenia debe luchar y superar la desocupación desde su postura estrictamente ética. La desocupación implica despilfarro de la riqueza de un pueblo, y no un fenómeno inevitable de la vida económica, más o menos penoso.

            Mientras el liberalismo supone que no hay trabajo por escasez de capital, la Econogenia somete la cuestión del capital a la fuerza del trabajo de las naciones. El Estado tiene la obligación moral de crear fuentes de trabajo. La Nación, no puede negar el hecho de que cada ciudadano, con la fuerza de su trabajo, sirva y produzca el mejor beneficio a la comunidad.

            En una primera fase, sólo puede ser garantizado el trabajo en sí, y no un trabajo determinado y preciso que cada uno quiera obtener. Sin embargo, la segunda fase, la de la orientación vocacional, debe aplicarse cuanto antes.

            En el centro de la Econogenia está como lógica consecuencia de la abolición de la esclavitud del interés, el derecho real al trabajo, y como contrapartida, el deber de trabajar, que debe calar en la conciencia de cada ciudadano. 

            La brecha entre pobres y ricos ha de ser resuelta con justicia, achicada no por empobrecimiento de los ricos, sino por enriquecimiento de los pobres, y eso no puede hacerlo el comunismo, ni puede hacerlo el liberalismo. Ambas corrientes extremistas han causado toda la miseria de mundo que vemos a diario. Sus resultados han sido la pauperización de los pobres, la destrucción de la clase media y de la pequeña y mediana empresa, la quiebra de infinidad de empresas productivas y el monopolio de unos pocos megacapitales que aumentan su fortuna, de los cuales finalmente muchos terminan también quebrando, con la estrepitosa decepción y pérdida de los ahorristas e inversores. Esto debe quedar como historia pasada con la implantación inmediata de la Econogenia en todos los países donde la Ecologenia vaya marcando el nuevo rumbo.

LA LIBERACIÓN DE LA AGRICULTURA

1.    GENERALIDADES

             La economía de las Naciones será en adelante Econogénica, o el mundo caerá en un grado de esclavitud como no se ha visto en la historia.

            Todas las naciones que deseen ser realmente libres y soberanas, han de volver inmediatamente a la agricultura redituable, a la “cultura agrícola”, y lo más diversificada posible, puesto que sin ella el mundo está cayendo en la dependencia de unas pocas multinacionales de semilleros transgénicos y agroquímicos, fomentando o preparando una situación de hambrunas propias de esclavos.

            El campesino debe ser liberado del yugo capitalista y con ello la totalidad de la agricultura. La ausencia de impuestos al trabajo y a la propiedad, unido -como en todas las industrias- a su correcta organización, producirán la total recuperación de la más elemental e importante de las producciones.

            Las propiedades rurales productivas deben ser indivisas inexorablemente, una vez determinada por ley de la Asamblea Nacional, una superficie mínima. Esta pasará siempre indivisa a un heredero principal a la muerte del propietario. Esta propiedad debe ser inenajenable e inembargable, y no está sujeta a ejecución por demandas de dinero. Sólo podría confiscarla el Estado en caso de abandono y no producción; pero primero ha de intentarse su recuperación por parte del propietario, con ayuda económica estatal y/o con ayuda de brigadas de trabajo del ejército, que como ha ocurrido en muchos momentos de la historia, ha servido como “entrenamiento constructivo”. En dichos casos, las Asambleas Locales o Provinciales han de determinar un salario mínimo para los participantes de esas brigadas, que igualmente pueden ser civiles, no sólo militares.

            La liberación del campesinado a la servidumbre del capitalismo y el apoyo económico de la anulación de impuestos, son el más efectivo incentivo para que las juventudes, sin abandonar estudios y metas particulares, mantengan también la cultura agrícola que es la raíz más firme de la economía de cualquier país. Igual es preciso dejar clara la relación de la agricultura con otros aspectos de la economía. Para empezar, ningún campesino debe ser inhibido de construir en su terreno las edificaciones necesarias para su vida y su actividad.

MEDIDAS AGRARIAS IMPORTANTES:

            Las siguientes medidas son las necesarias para dar a la agricultura y ganadería el empuje necesario para un despegue económico que asegure además su porvenir.

I.- Creación de la Cámara Agrícola Nacional, como organismo nexo entre el Ministerio de Trabajo y las cooperativas agrícolas. Las Asambleas Provinciales deberán formar una representación en su jurisdicción. Su finalidad principal es la de recuperar la agricultura natural, controlando el mercado de agroquímicos, controlar o determinar precios máximos para los productos, regular por aceptación o no de las importaciones, tanto de productos agrícolas, como de insumos para el campo. Esta Cámara ha de estar formada por agricultores y ganaderos exclusivamente y su trabajo en ella no tendrá sueldo alguno.

II.- Desvinculación de la agricultura del mercado, a fin de evitar la especulación y los intermediarios innecesarios en la red de distribución alimentaria. Las cooperativas agrícolas, formadas por agricultores o familiares en primer grado de agricultores, serán los únicos intermediarios entre el productor y el consumidor.

III.- Liberación de deudas de la agricultura. Ni impuestos ni deudas anteriormente contraídas con el sistema bancario privado o internacional.

IV.- Distribución de tierras improductivas por abandono y ayudas para su recuperación.

V.- Protección de las propiedades rurales contra la atomización por partición de la herencia; así como también protección contra los infortunios de la vida económica a través de la prohibición de la venta, gravámenes o ejecución judicial. La venta de la propiedad rural sólo podrá ser hecha por voluntad manifiesta del propietario libre de cargas o deudas económicas, ya sea por vejez, falta de herederos u otros motivos personales, pero nunca por coerción circunstancial de ningún tipo.

VI.- Tecnificación de la agricultura: Existe, verificado por el autor, más de un centenar de patentes sobre tecnologías aplicadas al campo, que no pueden realizarse “por falta de capital” en algunos casos, pero por falta de homologación estatal en la mayoría. En realidad, sólo ocurre que no conviene a las multinacionales sementeras o agroquímicas. La Ley sobre Patentes, Inventos y Descubrimientos, ya perfilada en la Constitución Asamblearia, ha de poner rápida solución a estos problemas que impiden la optimización técnica de la agricultura y la ganadería.

LA CÁMARA AGRÍCOLA NACIONAL

            Esta cámara atiende no sólo a la agricultura, pues lo hace igualmente para la ganadería; sobre pesca, caza y horticultura (que propenderá a ser diversificada, evitando los monocultivos según determinación técnica).

            La liberación de la agricultura y de toda la economía (en especial lo que hace a la alimentación,) del lazo capitalista, ha de imprimir a todas las naciones Ecologénicas un impulso natural, que sólo puede “molestar” a los usureros, los intermediarios especuladores, etc., pero jamás a los agricultores o ganaderos. Incluso los más grandes terratenientes, nada tienen que temer de este sistema Ecologénico, pues las fortunas de los grandes productores no corren peligro sino todo lo contrario. Después de la aplicación de estas medidas, la agricultura no volverá a ser capitalista, sino Econogénica, con lo que podría decirse que no habrá negocio más seguro – y posiblemente no lo habrá más redituable- que mantener un campo en producción y/o con semovientes.

            También ha de regir esta Cámara Agrícola Nacional, el comercio mayorista y minorista, así como la industrialización de todos los productos agrícolas, que estarán también sujetos a la determinación de precios máximos aprobados por cada Asamblea Provincial en su mayoría, o la Asamblea Nacional en los productos de mayor valor estratégico.

            Esta Cámara Agrícola Nacional estará formada por los campesinos productores ganaderos y por los manufacturadores industriales de productos agrícolas.

PRECIOS MÁXIMOS Y MÍNIMOS

            El “libre comercio” es un derecho, pero es tan pernicioso como todo lo liberal cuando se entiende como libertinaje, sin reglas de interés comunitario, por lo tanto la Asamblea Nacional fijará el precio máximo y el precio mínimo, a partir del cual y conociéndose el rédito real, los productores tendrán asegurada su ganancia y su competencia en mayor producción, sin riesgo alguno para sus economías particulares, y sin riesgo para la economía de la Nación. El macabro juego de la oferta y la demanda, ha de cambiarse por el precio justo, con la consecuencia de un mayor poder adquisitivo para toda la sociedad y un grado de seguridad para el agricultor o ganadero, que no existe en el mercado manejado por especuladores.

            Aquí reside un cambio revolucionario. Con esto en primer lugar, el comercio no es considerado más como una cuestión privada, y en segundo lugar, es colocado, al menos en esta parte, bajo el control del Estado, o lo que es lo mismo, bajo el control del Pueblo en función de sus determinaciones asamblearias y con la ayuda técnica -que no política-  de sus Ejecutivos de Gobierno. Tampoco existe más el mercado a término, ya que la Econogenia elimina de una vez por todas la influencia de la especulación capitalista también en la formación de los precios agrícolas.

            Mientras el sueldo fijo se estipula en un mínimo, pudiendo el empresario pagar más a los empleados y estimular su creatividad y cumplimiento, los precios se manejan a la inversa respecto al consumidor final. Se fijan los máximos, pudiendo establecerse competencia en disminución de precio, sólo desde el aumento de la producción, la calidad o ambas cosas, pero rigiendo un precio mínimo y un máximo para el primer comprador, que determinarán las cooperativas agrícolas. Con la supresión de la libre formación de precios en el mercado especulativo, se concluye la caída en la agricultura, del orden económico capitalista, y en su lugar, se establece un orden justo y seguro, es decir Econogénico,.

            Debe quedar prohibido para siempre el endeudamiento sobre tierras. Hay sólo créditos personales para la agricultura pero la tierra debe ser -gradual o instantáneamente según los casos- completamente liberada de deudas. No son permitidos los embargos y subastas públicas, con lo que los errores económicos que pudiera cometer su propietario, no podrán perjudicar a la familia ni a la economía de la Nación.

            Los precios máximos no pueden ser aumentados, como ya dijimos, pero cabe la excepción técnica en algún caso, sólo si las Asambleas Provinciales y la Nacional lo aprueban. En caso de conflicto de intereses, la Comisión Directiva de la Asamblea Nacional tendrá el poder de decisión, tras las consultas técnicas que correspondan. Allí, en esos casos, es donde resulta más que nunca, que la economía es puro número y estadística, al servicio del bien común. También es importante establecer un precio mínimo, que estará establecido por los técnicos economistas.

            La prohibición de disminuir el precio se refiere sólo a la transferencia del productor al primer comprador. Por lo general rige así en el comercio al por mayor. Los precios mínimos fijados son, por lo tanto, un seguro para el productor.

AUTARQUÍA Y COMERCIO EXTERIOR

            La posición de la Econogenia con respecto a la autarquía y al comercio exterior, no está determinada por opiniones doctrinarias o teorías sino, exclusivamente, por el conocimiento histórico y actual en la comprensión de las argucias de los manipuladores financieros. Se ha intentado relacionar las políticas autárquicas con el fascismo, las dictaduras, etc., pero  en tal caso deberíamos considerar en “de ese estilo” a George Washington, Abraham Lincoln y otros paladines de la democracia. La autarquía no ha de considerarse una cortina de hierro respecto al comercio exterior, sino una cuestión estratégica de extrema importancia para el bienestar de la totalidad del pueblo. La Ecologenia procura encontrar un razonable equilibrio, entre el derecho del pueblo al desarrollo de todas sus fuerzas y su independencia económica, y la necesidad de convivencia y colaboración mutua con otros pueblos, en el que sea respetado el honor y la dignidad de la Nación y sea asegurado al mismo tiempo, un suficiente abastecimiento de bienes materiales.

            La Econogenia no tiene nada contra la economía de otras naciones, sino -por el contrario- agradece y respeta el trabajo de todos los obreros del mundo. Pero no necesita una Nación Ecologénica, someterse al sistema económico internacional, ni necesita organizarse para el libre comercio o la protección aduanera. Pues cuando el libre comercio sea conveniente, se practicará el libre comercio; cuando sea conveniente la protección aduanera, se hará dicha protección. La Ecologenia no tiene “opiniones preconcebidas” sino el conocimiento de lo que sirve a los pueblos y de lo que no sirve, porque la experiencia histórica es muy amplia y los márgenes entre lo filosófico y lo concreto están bien definidos.

            La Autarquía no significa un rechazo pleno al mercado internacional, sino que la Econogenia debe dar una prioridad indiscutible a las propias fuerzas productivas de la Nación. El productor nacional -de cualquier industria- no puede estar al borde de la quiebra porque unos comerciantes consiguen introducir en el país, cantidades enormes de mercadería extranjera pagadas a precio de miseria, que finalmente es un precio muy caro y en doble sentido: Uno material, en dinero que acaba en el extranjero y representa la fuga de divisas siempre innecesaria, y que acaba con la producción local y la quiebra de las industrias nacionales. El otro sentido, más de orden ético: La explotación de esclavos en otros países.

            Permitir comercios internacionales que no sean necesarios, implican: Ganancia de especuladores, auspiciar la esclavitud en otras naciones, destruir al productor local, y finalmente dejar a la Nación sin capacidad productiva. En cualquier ciudad e incluso pequeños pueblos de Europa y América hay bazares chinos y otros donde se consigue de todo a precios muy inferiores al mercado nacional (también las calidades suelen ser muy inferiores). Y mientras “ahorramos” comprando en esos bazares, pagamos impuestos para pagar a los desocupados…

            Si un gobierno desea eliminar la desocupación, la primera medida que debe tomar, es autárquica: Eliminar los permisos de importación de todos los productos elaborados que pueden producirse localmente, y al mismo tiempo alentar la importación de maquinaria para producir y manufacturar mejor, en el caso que no haya capacidad técnica para fabricarla. Por eso será siempre más importante el mercado interno que el de importación o exportación. Los excedentes de toda clase, una vez satisfecho el mercado interno, podrán ser exportados, y en ello el Gobierno tiene la obligación de hacer negocios de tal manera, que los precios de exportación siempre dejen al productor nacional un rédito igual que el del mercado interno. Este rédito, en cualquier tipo de productos, si fuese mayor, dañaría al mercado interno, directamente al consumidor que se quedaría sin productos. Si fuese menor dañaría al productor y finalmente a la Nación, porque lo desalentaría para producir superávit, conformándolo a satisfacer sólo el mercado interior.

            Al mismo tiempo el Estado debe asegurar que la calidad de lo exportado sea intachable y a ser posible insuperable, de modo que se asegure una corriente de demanda que dignifique al productor nacional y al país.

            Autarquía tampoco significa la autosuficiencia a cualquier precio, o el cierre absoluto del mercado internacional, sino que el llamado a la autarquía debe interpretarse, en nuestro sentido, como un llamado al desarrollo, tan completo como posible, de todas las posibilidades económicas que existen en cada patria, para lograr el autoabastecimiento sobre bases tan sólidas como sea posible. Lo que no es negociable bajo ningún punto de vista, y donde la autarquía ha de ser absoluta, es en el control del dinero de la Nación. El dinero como mercadería, no es admisible en un sistema Ecologénico.

            La relación con el comercio exterior siempre debe ser determinada por el bienestar de la comunidad. El Estado Ecologénico y sus Ejecutivos de Gobierno deben estar siempre  estadísticamente tan informados, que puedan determinar con precisión cuando es posible exportar, y cuando es conveniente y necesario dar prioridad al mercado interno.

            Las “crisis económicas” en todas las épocas no son ni han sido nunca un problema técnico, ni cuentas mal hechas por los contadores, ni son un problema de ineptitud de los productores y comerciantes, sino una tramoya urdida por especuladores financieros y sus esbirros políticos. En la mayoría de los casos, estos esbirros no son siquiera conscientes de la totalidad de la situación; son ineptos políticos con sus cerebros muy bien moldeados en las escuelas y universidades dirigidas por la sinarquía internacional.

            No obstante, no son tan ingenuos como para no darse cuenta del daño que producen a su pueblo, son perfectamente imputables y muchos de ellos habrán de pagar condena por sus crímenes, que van desde participar en la hambruna de una gran parte de la humanidad, pasando por sufrimientos y esclavitud económica de sus gobernados, hasta participación en genocidios. Y no hablamos de los “malos” de las películas, de los terroristas talibanes, de los dictadores de algunos pequeños países, sino de la gran mayoría de los gobernantes del mundo falsamente democrático.

            Para llevar adelante el Plan de Ecologenia y su Econogenia, es preciso, sobre todo, que los ciudadanos comprendan que la única fuente de riquezas real, es producto del trabajo, no de la especulación. No es comprando o vendiendo divisas que los países se hacen fuertes y ricos. El montaje ilusorio de la economía financiera sólo tiene un resultado: Crisis, pero no sólo la financiera provocada, sino las más profundas crisis morales, éticas y espirituales. Y los pueblos del mundo no pueden seguir permitiendo esos engaños que les están llevando a la depresión, la desesperación y al suicidio individual y colectivo.

Capítulo Quinto
ORDEN SOCIAL Y ECONÓMICO ECOLOGENISTA

LA CONCEPCIÓN ECONOGÉNICA

            La Econogenia es claramente corporativa y asamblearia. Ninguna medida que afecte a la totalidad de los ciudadanos ha de pasar por “los mercados”, sino por los gobernantes, lo cual es mediante la aplicación de plebiscitos (consultas populares o “referéndums” directos en las Asambleas y sin mediación electrónica ni otro medio susceptible de fraude o subterfugio). En las Asambleas es donde está la manifestación real de la democracia plena. Las corporaciones y cámaras profesionales tendrán la misión de ejecutar las leyes de encuadre promulgadas por el gobierno en los distintos países.

            No se pretende ofrecer un exacto sistema, como el de una maquinaria de una futura realidad, sino un pensamiento de fuerza eficaz para que se pongan en movimiento todas las fuerzas vivas en cada país, en cada Nación; que despierte a todos los pueblos del mundo, del letargo inducido por la dinerocracia, que hace que hasta los niños dejen de ser niños tras sus primeras palabras, para convertirse en consumidores, especuladores, “dineralistas”, donde su educación apunta sólo a ser buenos empleados del sistema financiero, donde ser honrado en el manejo del dinero es la máxima virtud, y que al estrellarse contra las realidades, hace de esos niños ladrones delincuentes, o pobres esclavos en los países más pobres.

            No vamos a promulgar una complicada teoría del Estado Corporativo, porque el Sistema Asambleario tiene recursos de sobra para que el Pueblo se haga fuerte y controle su destino económico y social, y no hace falta “sabios” para poner todo en marcha. Menos aún “sabios en economía”. Los más sabios técnicos en economía hasta el pueblo llano, verán hasta simple el sistema Econogénico. Sin embargo, son precisas unas comparaciones para satisfacción de los teóricos que pueden -merced a su saturada mentalidad dinerocrática- tener alguna dificultad para interpretar este orden social y económico natural.

CONCEPCIONES INDIVIDUALISTA Y UNIVERSALISTA

            La corporación abarca a todos los que pertenecen a una misma rama de la producción. Este concepto, debe observarse en la teoría universalista de la sociedad. La sociedad puede ser concebida como una mera suma de individuos (concepción individualista) o como una totalidad independiente, en la cual el individuo es solamente un miembro (concepción universalista). La Ecologenia es una concepción del mundo de carácter nacionalista y universalista aunque por otra parte no desmerece al individuo, ni lo convierte en mero número y masa tal como sí lo hace el comunismo. Leemos en “Lecciones Históricas” de Valdemar Hassim, en referencia a cierta lucha de conceptos del siglo XX:

            “El individualismo, que considera al individuo como lo originario, y a la sociedad como algo derivado, ve la sociedad como un simple compuesto de la suma de individualidades autónomas o individuos. Una sociedad humana así construida, no tiene ninguna personalidad propia, ningún carácter propio, sino que sociedad y Estado son de naturaleza derivada. Un Estado que así nace, es un mecanismo externo útil, absolutamente instrumental y no algo espiritual y moral que tenga valor propio independiente del individuo. Una sociedad de esta clase no conoce ninguna organización, ninguna estructuración orgánica de la totalidad, es decir, ninguna corporación real”.

            Es decir que el individualismo es realmente antinatural, porque ningún pueblo se ha formado por la mera suma de individuos intentando sobrevivir, ni tampoco por la mera necesidad de comerciar. No existe un “pueblo de anacoretas” que interactúen sólo lo necesario para vivir. Las tribus más primitivas tienen lazos entre individuos y tanto individuos como la red emocional de cualquier parte del conjunto, hace a una sociedad ética, moral, con valores de toda clase, con identidad propia como conjunto. Incluso las naciones formadas o “independizadas” por el liberalismo en América, bajo los planes de la sinarquía mundial hace más de tres siglos, tomaron prontamente una identidad grupal propia.

            Se formaron Patrias, que desarrollaron folklores basados en los de sus pueblos originarios, crearon banderas, adquirieron tonos y formas propias de sus lenguajes, adquirieron carácter de Nación, y todo ello retrasó por siglos los planes de los banqueros manipuladores que promovieron esas cruentas independencias. Luego han tenido que destruir todos esos valores y los espíritus patrióticos, utilizando la mediática, para poder someter finalmente a los pueblos a su instrumento diabólico que es la economía financiera.

            La recuperación de los pueblos como corporaciones llamadas Naciones, por sobre cualquier otra corporación y especialmente sobre las financieras, así como convertir a la economía en un servicio, en vez de sólo servir a ella, son los objetivos políticos primordiales de la Econogenia.

            El universalismo nacionalista niega que el individuo sea absolutamente independiente. Explica que la comunidad es la condición de la vida humana, tanto física como anímica y moral, creaciones éstas de la vida humana, que poseen por encima de las individualidades, una propia realidad y un propio valor, absolutamente independiente del individuo. El universalismo, fundamenta el concepto del Estado, Pueblo y Nación como una indestructible comunidad de vida y de destino. Mientras más firmemente arraigado esté el espíritu universalista en los individuos, más seguros estarán, más solidarios serán, y mejor preparados para unirse y defenderse mutuamente. El universalismo tal cual lo entendemos, es el propio de una familia, cuya solidez (sin rigidez, por suma de caracteres válidos y relaciones emocionales sanas) marcará la felicidad, cooperación y mutua protección de los individuos.

            En consecuencia, la Sociedad y el Estado no son organizaciones instituidas por mera conveniencia económica, sino por la necesidad de interrelación viva, intelectual, emocional, espiritual de los individuos. Sólo el universalismo puede fundamentar la idea nacional, la idea del Estado Nacional, que tanto desean destruir los suprapolíticos de las finanzas globales. No pueden hacerlo todavía, la gente prefiere tener gobernantes más “cercanos” que una computadora en la bolsa de valores de Bruselas, pero mientras tanto, el poder lo ejercen gobernantes ocultos mediante sus empleados que mantienen a la masa dividida en “partidos”.

            El universalismo y su manifestación como espíritu nacional, como cosa comprendida por los pueblos, es imperiosamente necesario para la recuperación de todos los valores perdidos en la etapa de la mercadocracia financiera. El individualismo sólo descubre en el Estado, un ente colectivo de origen secundario una simple suma de individuos con alguna dirección. Sólo el universalismo puede conducir a la posición política que hace que los ciudadanos se sientan “compañeros”, “camaradas”, “compatriotas”, como una familia mayor y estén dispuestos al sacrificio por la comunidad, a cuya suerte está ligada fatalmente la prosperidad o la ruina del individuo.

            El individualismo, alentado por la codicia del dinero en primer lugar, y su fondo de “carácter competitivo”, aplicado a la economía y a todos los órdenes de la vida, conduce en lo político, a la finalidad absoluta del egoísmo del individuo, y así son anulados el altruismo y la idea de sacrificio, la solidaridad y el respeto, el heroísmo y la ética de los habitantes de la Nación. El resultado final del individualismo generado en la dinerocracia, es la esclavitud de las masas, aunque en algún momento se encuentren cómodos, por mera pérdida de consciencia y porque no les falta alimentación, vestido y diversión. Ese estado se acaba pronto, cuando vienen las “crisis”.

            Biológicamente, el individuo es relativa y aparentemente autónomo desde el punto de vista de la creación natural, sin embargo, un bebé que no es cuidado con Amor, acariciado, querido, morirá o sufrirá una degeneración psicológica severa por mejor alimentado que estuviera. Pero visto en un contexto histórico y político, el individuo se deriva de las grandes asociaciones y por eso está insertado en el pueblo, Estado, sociedad, e inextricablemente unido al destino económico de dichas corporaciones.

             “Las corporaciones -dicen los teóricos universalistas‑ integran la estructuración orgánica o cuerpos intermedios de la comunidad”. Como comunidades espirituales y de vida, también como corporaciones, pueden ser mencionadas por ejemplo, las que atañen a la iglesia, el arte y la ciencia, al derecho y la economía.

            El individuo no está naturalmente limitado a una sola corporación, según su profesión, posición espiritual, intereses culturales, etc., sino que participa generalmente en muchas. Los diversos teóricos han respondido de modo diferente, por razones de posición o de finalidad, acerca de cuáles círculos de vida o comunidad espiritual se reconocerá como corporaciones propiamente dichas. En la Edad Media, las corporaciones ideales, eran el clero, la nobleza y la burguesía. Más tarde, surgieron las cofradías, que involucraron en su seno a los trabajadores manuales, trabajadores especializados, dirigentes económicos, funcionarios y finalmente los “sabios”.

            Algunas de estas corporaciones, al representar un peligro para los nobles y su casi omnipotencia, debieron funcionar subrepticiamente, formando Órdenes Herméticas -como los primeros masones-, constituidas por trabajadores manuales, especializados y sabios. Estas Órdenes fueron las principales cunas de ideales democráticos; luego fueron infiltradas por la nobleza, por el clero y finalmente por los banqueros. Pero en todo caso, demostraron en forma históricamente cercana, cómo funciona el espíritu corporativo. También -paradoja lamentable- los “gobernantes en la sombra” son una muestra de la potencia que representa el espíritu corporativo. De hecho, las grandes empresas, casi todas ellas multinacionales, se llaman “corporaciones” aunque con un espíritu que nada tiene que ver con el bien común, salvo para el beneficio económico de los propios componentes en forma exclusiva, que en la mayoría de los casos constituyen una Sociedad Anónima. Aunque degenerado el sentido filosófico, con el egoísmo propio de una sociedad que no comparte ningún valor espiritual, moral ni nada más que la búsqueda del lucro, consiguen sus fines porque existe un sentido corporativo.

            Para que la codicia que les inspira les lleve a un poder económico individual cada vez mayor, necesitan conservar para sí el sentido corporativo y destruir el espíritu corporativo de los pueblos, de las naciones, deformando las concepciones de los Estados, destruyendo el espíritu de las Patrias. Un pueblo patriota que comprende el sentido de corporación solidaria, nunca puede ser sometido mientras conserve esa cualidad.

CONCEPTO ECOLOGENISTA DE SOCIO-ECONOMÍA

            La Ecologenia no tiene nada que ver con las formas de gobierno de la Edad Media. La idea de corporación del Ecologenismo se diferencia fundamentalmente, de todos los ejemplos históricos y teorías popularmente conocidas.

            La Ecologenia es corporativista en el sentido más natural, ético y moral del término. El nuevo orden económico que debe convertirse mundialmente en Econogénico, con toda su carga de valores sociales, ahora está en vías de realización como en ningún otro momento, porque el sistema capitalista ha mostrado ya todas sus “hilachas” y sus aberraciones no son mera teoría, ni posibilidad fortuita de que “alguien no entendió la filosofía y por eso hay crisis”. Ya no se puede seguir culpando a los gobiernos pasados o presentes, confiando en los nuevos líderes de los mismos partidos que sostienen el mismo sistema.

            El derrumbe del sistema económico financiero mundial es algo también calculado, planificado, aunque aparenta ser sólo producto de corruptas intenciones de los políticos, o de que la gente o los Estados pidan demasiados créditos. Y su planificación obedece a una política tecnocrática muy poco conocida en general, que consiste en la automatización extrema de las personas, en el control tecnológico, mental y físico absoluto, usando microchips, nanotecnología, etc., que permite mantener a casi todo el mundo localizado físicamente mediante los teléfonos móviles. Y unos cuántos millones de personas ya poseen chips incorporados en su cuerpo. La mayoría de ellos jóvenes, a cambio de una determinada cantidad de entradas a discotecas o partidos de rugby, futbol, etc. Otros, por voluntad propia, con el anzuelo de que pueden ser secuestrados y con el chip los pueden localizar por satélite.

            El problema mayor está en el plan de genocidio global para control demográfico que se encuentra en acción. En 2011, cuando se escribió la 1ª edición de Ecologenia, advertíamos de todo lo que pasaba y lo que podía pasar, mediante foros de Internet y sólo recibíamos críticas y rótulos de “delirantes”, pero ahora, en 2020, aquellos incrédulos están comprendiendo la gravedad de la situación mundial. Ahora las cosas van tomando  otros colores, con las pandemias por virus de laboratorio como el “coronavirus”, que no se sabe si es real o una campaña más para ganar dinero y poder, o un terrorismo para acostumbrarnos y que no percibamos cuando realmente se detone el genocidio por medios biológicos. Pero aún estamos a tiempo para cambiar este estado de cosas. La única salida es la rebelión económica y política de los pueblos, pero no una revolución sangrienta y brutal como la Toma de la Bastilla, sino una revolución de conciencia, de no aceptar más a los gobernantes esclavos y esclavistas del sistema financiero global, e imponer un orden Ecologenista y Econogenista, recuperando las verdaderas corporaciones que representan las Patrias, los Estados y en su modelo Asambleario, participativo, que ha de ser considerado como lo más valioso, la realidad viva de los pueblos.

RESUMEN DE OBJETIVOS

1. Eliminación del espíritu económico liberal capitalista, en especial del “pensamiento en el dinero” y de la idea de “la lucha de clases”  Pobres y ricos deben unirse para que el rico siga siendo rico y el pobre deje de ser pobre. El cambio del espíritu económico es, en esencia, una tarea de educación masiva, de despertar de conciencias. Se trata de hacerlo a nivel global. Si no se hace con urgencia, este libro sólo servirá para sentar las bases de una nueva humanidad entre los supervivientes de un auténtico holocausto multirracial, multinacional, global, donde habrá que luchar contra pequeños grupos de “dioses” tecnológicos para poder vivir con alguna libertad, aunque sea volviendo a la edad de piedra.

2. Cambio y superación de la estructura económica liberal capitalista, mediante una organización de la sociedad y de la economía, que corresponda con el pensamiento de la comunidad sin caer en la confusión con la otra aberración que es el comunismo marxista. Aquí se trata de una tarea Econogénica, que va más allá de lo meramente económico.

            Los pueblos del mundo deben ser estructurados en su forma de vida, y en sus correlaciones económicas, de las maneras más naturales y solidarias posibles. Esta nueva estructuración se caracteriza como “organización corporativa”. La organización corporativa no significa una forma de Estado diferente a la Asamblearia, ni sólo un nuevo sistema económico. La Ecologenia rechaza la constitución de un Estado corporativo en el sentido liberal, en el cual el Estado sea la designación colectiva de las corporaciones. El Estado Ecologénico es una corporación en la cual los valores son las personas, sus emociones, su espiritualidad, y la economía es sólo un instrumento para asegurar su devenir.

            El Orden Social y el Orden Econogenista, deben fundirse, ser una síntesis sin contradicciones ni aberraciones teóricas ni prácticas La reestructuración debe realizarse gradual y orgánicamente, apoyándose en forma amplia en las Asambleas y en los líderes Ecologenistas.

DESARROLLO DEL ORDEN ECONOGÉNICO

EL NUEVO ORDEN EN EL TRABAJO

      Esta parte es, como la Constitución Asamblearia, un esbozo, sólo una guía propuesta que podrá cambiar en varios aspectos formales, pero manteniendo el espíritu que contiene. Será muy útil para cuando la Ecologenia esté implantada y que deberemos tener en cuenta, pero este es un libro ‘’cosmovisional’’, no administrativo, y la complejidad que supone crear un organigrama cuando hablamos de algo a nivel mundial, con la cantidad de cuestiones que pueden surgir en los diferentes pueblos-naciones, nos obligan a esta aclaración. Algunos Estados se aproximan bastante a este esquema, pero serán los nuevos Estados Ecologenistas los que impulsarán el cambio mundial, facilitando el desarrollo a aquellos pocos cuyos líderes son conscientes de esta necesidad urgente de combatir el Nuevo Orden Mundial del capitalismo.

EL MINISTERIO DE TRABAJO

            El Ministerio de Trabajo responde al Presidente y éste presenta su accionar a la Asamblea Nacional. Se ocupa en función de una cosmovisión de la conducción política y técnica de todos los trabajadores de la Nación. Solamente está excluida la burocracia, cuya educación y conducción para simplificarse y ser óptima, es realizada de otra manera por el Estado.

A) LA MISIÓN DEL MINISTERIO DE TRABAJO

            Su finalidad no es solucionar los problemas materiales de la vida cotidiana del trabajo, sino en principio, educar a los trabajadores de toda la Nación. Asume la responsabilidad, en especial, de educar a los hombres de la industria y en los órganos de la estructura social, en los tribunales de trabajo y en la seguridad social. Se procurará en que el “honor social” del jefe de la empresa y el de su personal, sea la fuerza impulsora decisiva del orden social económico. Los principales objetivos del Ministerio de Trabajo son:

1. Educación filosófica de sus integrantes sobre Ecologenia y sus aspectos generales. El Ministerio de Trabajo tiene como primera y más elevada tarea hacer realidad en la amplia masa del pueblo, el pensamiento Ecologénico sobre la comunidad. Es la escuela en la que se aprende: “No existes solamente para ti, sino que eres un asociado útil al conjunto social; y cuando seas un asociado útil, entonces servirás de la mejor manera al pueblo y a la Patria; y con ello también a ti mismo”. A tal fin se formará un Magisterio Ecologénico estatal. La educación se realiza bajo la supervisión de las Asambleas Locales y Provinciales.

            No será tarea fácil llevar la comprensión Ecologénica a todo el mundo, pero la humanidad no tiene hoy otra alternativa. Debe ser tarea auto-impuesta de toda persona que tome consciencia de las realidades que afectan a todos, en cualquier parte del planeta.

            También es tarea del Ministerio de Trabajo la enseñanza de una nueva concepción profesional y perfeccionamiento técnico. Deben construirse grupos profesionales que reúnan a los que tienen la misma profesión y trabajan en las distintas empresas. A estos grupos se le deben confiar las siguientes tareas:

a) Creación de una nueva ética del trabajo. El trabajo es un concepto moral, el común denominador de cualquier comunidad de vida. La nueva instrucción profesional organizada, debe crear ese tipo de trabajador que no se sienta como miembro de una clase, sino como miembro de la comunidad. La clase media debe ser recuperada como Clase Única, pero ha de sentirse dentro y parte de ella, desde el Presidente de la Nación hasta el último ciudadano, incluso el que no pueda trabajar. El concepto de clase media ha de implicar que el individuo siente que pertenece a la comunidad y está “en medio”, de ella, que no en un estado de mediocridad respecto a nadie, y menos aún en el sentido económico.

b) Estímulo de una buena formación técnica. El intercambio del progreso humano debe ser exigido entre los grupos profesionales. Cada trabajador debe ser impuesto de los progresos en el campo de su especialidad. El rendimiento profesional debe ser elevado mediante concursos de competencia, realizados por los empleados y aprendices, los técnicos y hasta por los directivos o propietarios de empresas. Sin embargo dichos concursos, premiados honoríficamente o en dinero según la ley de Patentes, Inventos y Descubrimientos cuando corresponda, han de servir para el intercambio de conocimientos y capacidades, adelantos técnicos de toda clase, que beneficiando a todas las empresas por igual, beneficiarán enormemente a la Nación.

c) Distribución de cargos, para que cada uno ocupe el puesto que  le corresponde. Cada uno debe ser empleado según su capacidad, de acuerdo con la Secretaría de Orientación Vocacional. Con ello se procura el elevado fin de un trabajo querido, el que se hace con Amor y “pagarías por hacerlo”, a la vez que verdaderamente comunitario. Los Talleres-escuela, y otras instituciones similares, estarán a cargo de las Asambleas Locales y Provinciales.

d) Aprovechamiento del tiempo libre y organización de una amplia vida cultural mediante la organización especial de talleres de ocio, donde se rescaten las artes folklóricas y modernas, las expresiones artísticas y la cultura clásica de cada pueblo, destruida por la política del mercado.

            Al terminar sus labores, los ciudadanos deben encontrar toda clase de opciones culturales en las cuales, en lo posible, deben participar, no ser meros espectadores. Lo mismo debe hacerse con los deportes. La distracción masiva que lleva a la idiotización a multitudes, mediante la expectación improductiva de deportes, donde se gastan las mejores energías psíquicas, ha de ser reemplazada por la participación, por el protagonismo real de los ciudadanos.

            La organización del tiempo libre no debe trabajar, en absoluto, en forma especial para los distintos grupos profesionales, sino que toda profesión debe encontrarse en la comunidad y vivirla. Los viajes, el turismo, el desarrollo de los individuos al margen de sus profesiones, no han de ser privilegio de unos pocos “ricos y famosos”. La más grande de las injusticias sociales modernas contra los pueblos del mundo, es la creación del sistema de mercado basado en el capitalismo y el individualismo, porque ha creado dos castas claramente diferenciadas y separadas por un abismo: Ricos y pobres.

            La Econogenia no hará a “todos iguales” como ha pretendido el comunismo marxista, sino -en todo caso- como lo han logrado en buena parte algunos pocos Estados, incluso sin alcanzar el avance de la Ecologenia: “A cada uno, lo suyo”, pero con las mismas posibilidades para todos, asegurando con total gratuidad los cinco pilares básicos de la sociedad que deben estar bajo el estricto control del Estado Asambleario: Educación, Seguridad, Información, Salud Y Justicia.

Las pequeñas o no tan pequeñas diferencias de sueldos en el principio, hasta que evolucione el sistema en su forma natural, serán obtenidas mediante mayor tiempo de trabajo, y mayor dedicación e idoneidad demostrada en sus cargos.

e) Fijación del sueldo promedio: Este será establecido mediante acuerdo  del Ministerio de Trabajo y las Cámaras Profesionales, la Cámara de la Industria y deberá ser aprobado por la Asamblea Nacional. No ha de hacerse en término de “negociación” como hacen los sindicatos, sino en términos de “razonemos, saquemos cuentas y determinemos lo que es justo para todos”.

f) Creación del Tribunal de Trabajo, que será independiente del resto del aparato judicial. Las funciones de este Tribunal del Trabajo serán:

1. Asesoramiento a los ciudadanos, sobre cuestiones comunes de derecho laboral y de seguridad  social.

2. La representación de los mismos ante el Ministerio cuando sea necesario y la resolución de todo conflicto laboral cuando no se consiga acuerdos.

3. Enseñanza técnica de los asesores en la jurisdicción de los Tribunales de Trabajo y de la seguridad social.

g) Planificación Económica en coordinación con el Minsiterio de Econogenia, mediante la cooperación de las empresas comunitarias con  los grupos económicos privados, y con los representantes del trabajo.

h) La Salud en el medio laboral: También corresponde a este Ministerio, en coordinación con el Ministerio de Salud, la creación y mantenimiento de instituciones de auxilio en los casos de desocupación, invalidez, vejez y muerte.

 B) ORGANIZACIÓN DEL MINISTERIO DE TRABAJO

            La estructura del Ministerio, aunque depende del Presidente, debe estar armonizada con la dirección de la Asamblea Nacional y sus delegaciones han de estarlo con las Asambleas Provinciales y Locales para algunas actividades y resoluciones.

            El Presidente de la Asamblea Nacional es el Jefe Directo del Ministro de Trabajo en función ejecutiva y práctica, aunque todas las resoluciones importantes han de pasar por aprobación de la Comisión Directiva de la Asamblea Nacional, aunque esta aprobación sea “no vinculante” en algunos casos.

            El Ministro de Trabajo tendrá a su cargo las secretarías pertinentes y su organización se ajustará en un plan que deberá aprobar la Asamblea Nacional. Así mismo, formará una Junta Interna con sus secretarios y una Junta Externa, con los directivos de las empresas que considere estratégicas, las Cámaras de Profesionales, etc.

            La organización administrativa del Ministerio de Trabajo posee las siguientes estructuras:

a) Al Ministro de Trabajo están subordinadas las secretarías principales: 1) De Salud General (que rige a los trabajadores de la sanidad, no a las funciones propias del Ministerio de Salud), 2) La Secretaría de Laboral de Educadores, que atiende los asuntos de los trabajadores de la educación, no los asuntos propios del Ministerio de Educación, el cual sólo regirá sobre planes de estudio, asuntos edilicios, etc. 3) De Seguridad Laboral 4) De Empleo y Orientación Vocacional, que regirá sobre los trabajadores de las empresas. 5) De Autogestión, que regirá a los trabajadores independientes y las Cámaras de Profesionales. 6) De Ordenamiento Territorial, que definirá la estrategia productiva por sectores, al margen de las jurisdicciones de las Asambleas.

            El Ministerio de Trabajo regulará de tal manera la distribución del empleo y de los autogestionados, que deban viajar lo menos posible desde sus hogares. Sólo la economía resultante, así como el beneficio en tiempo y esfuerzo humano, redundarán en un beneficio tal que subvenciona con creces los períodos vacacionales de los ciudadanos, que serán acordados por la Asamblea Nacional de acuerdo a las sugerencias del Ministerio de Trabajo.

            Entre los Ministerios de Educación y el de Trabajo, se elaborarán los planes de ocio para las comunidades, de manera que el acceso de los ciudadanos a todas las actividades culturales sean gratuitas en todo lo posible, y guiadas hacia actividades de crecimiento interior, espiritual, mental y físico.

C) LAS CÁMARAS INDUSTRIALES ESTRATÉGICAS

            Las Cámaras Industriales Estratégicas estarán divididas o estructuradas de modo celular, bajo el organigrama del Ministerio de Trabajo, a fin de mantenerse en óptima funcionalidad, ocupando a pleno sus plantillas, economizando al máximo los recursos, evitando cualquier deterioro al medio ambiente natural, y se recomienda la militarización de sus plantillas, toda vez que hablamos de industrias estratégicas. No se aplicará esto a la industria del calzado o pequeños y medianos talleres, por ejemplo, pero sí a la textil, las grandes fábricas metal-mecánicas, automotrices, las empresas de energía, grandes químicas, los transportes públicos y todas aquellas que siempre precisarán de seguridad extra en sus establecimientos. En vez de pagar agentes privados de seguridad o requerirla de la policía, es preferible que sus propios trabajadores sean formados y entrenados militarmente para defender su trabajo, su empresa, su Patria y su Pueblo. Ya hemos hablado de ello en el punto 9 de “Los Conceptos”, Capítulo Tercero.

            Los empresarios deben colaborar decisivamente en la constitución de los consejos de confianza. El jefe de la empresa debe confeccionar cada año, de acuerdo con el jefe de la célula industrial, una lista de delegados y suplentes. De este modo, todo miembro del consejo de confianza debe contar con la confianza del jefe de la célula y éstos serán los principales candidatos a ser delegados de las Asambleas Locales y Provinciales.

Es de fundamental importancia que los empresarios y trabajadores sean debidamente instruidos en los pormenores organizativos y la doctrina Ecologénica. Ningún ejército, ningún poder en particular, tiene el poder que poseen los trabajadores, porque el trabajo es la energía más legítima de una Nación.

D) EL ORDENAMIENTO DEL TRABAJO NACIONAL

            Para el cumplimiento del Plan Ecologénico y su consecuente Econogenia, es importante la compenetración del pueblo en el espíritu y doctrina de la Ecologenia. La Ley debe regular la fijación y cumplimiento de las disposiciones de seguridad laboral y de sueldo “hora hombre”, como sueldo mínimo, pero ubica en primer plano el fundamento espirituale de la nueva concepción del trabajo, tanto que su aplicación dirige las mayores exigencias hacia el sentimiento de responsabilidad, y al espíritu comunitario de todos los ciudadanos.

            La ley debe inducir a un modo de sentir que debe ser enseñado a todos los ciudadanos. La felicidad de un pueblo no la hacen ni las leyes, ni los párrafos muertos, ni la mera abundancia económica. Solamente el espíritu y la concepción del mundo que el hombre tiene, determinan su felicidad, su bienestar y su destino. La Ecologenia es enseñanza, es formación del espíritu y del alma, y no sólo una estructura y organización.

            El Punto de partida de la ley en general y del trabajo en especial, es el pensamiento de que la comunidad se basa sobre los principios de la solidaridad, la lealtad, el honor, el respeto y el Amor a toda la comunidad, por parte de cada individuo. Todo otro interés es de una importancia menor. La lucha de clases es eliminada y sustituida por una relación de lealtad, de colaboración y de mutua confianza. Mientras en el “mercado”  ha existido una serie de pautas de organización y sumisión al patrón, de diferencias económicas abismales, de oposición y lucha de clases, en la Ecologenia no pueden existir adversarios sociales. Las asociaciones patronales deben disolverse y reemplazarse por las Cámaras de Profesionales. Los dirigentes de empresas deben funcionar en armonía con el Estado; esa es la única manera de asegurar sus empresas, de contar con sus empleados como aliados, de imprimirles su espíritu creador sin los riesgos de los vaivenes de las economías especulativas, sin posibilidad de quiebras ni innumerables costos administrativos, sin cargas impositivas como las que llevan al desastre a la mayoría de las empresas en todos los países donde nada de la Ecologenia se aplica ni conoce.

            El trabajo humano no es una mercancía, sino que el trabajo y la economía tienen un valor moral y una misión respecto del pueblo, y así la economía, la fábrica, el taller, más allá del concepto civil de la propiedad, pertenecen y deben servir a la comunidad, al Pueblo. La máquina y el lugar de trabajo, pertenece en alguna medida al trabajador que con estos elementos crea, cuando hace lo suyo correctamente. Aunque legalmente la herramienta, la máquina o la sala de trabajo correspondan a su propietario, el empleado debe “hacerlas suyas” en el sentir, en el cuidado, porque de algún modo es todo suyo. El lugar de trabajo debe ser para él un templo, donde su capacidad se convierte en beneficio propio y de todos. Debe ser enseñado a cuidar también del “ambiente laboral” mediante el respeto y la alegría de compartir con sus compañeros la tarea que sea. Eso es infinitamente más importante que las técnicas administrativas de la economía. Eso es lo que genera en una Nación verdadera felicidad y riqueza. Esa educación es la que hace que el empleado no esté mirando el reloj deseando irse.

  [N. del A. En mi experiencia personal he vivido ese ambiente siendo empleado, trabajando en lo que me gustaba, junto a compañeros que a pesar de nuestras diferencias personales, compartíamos la satisfacción del trabajo, la educación respetuosa de nuestro jefe (trabajador como el que más) y los días eran cortos. Llegada la hora, nos avisaba, luego nos pedía irnos y finalmente tenía que echarnos, porque trabajar era muy divertido. Hoy me ocurre lo mismo, pues trabajo en mi taller y luego escribiendo. Mi “patrona” personal es la que me reclama “tiempo libre”, aunque también me acompaña en todo trabajo. Ir a divertirnos, sólo es cambiar de diversión y gastar algo de lo ganado]

E) DIVISIÓN EMPRESARIAL

            Las empresas se dividen básicamente en cuatro:

1) Privadas Menores: Las de cinco o menos empleados.

2) Privadas Mayores: Entre 6 y 10 empleados. Que podrán ser privadas, pero con vigilancia de la Asamblea Provincial.

3) Comunitaria Menor: De 11 a 19 empleados, que podrá ser privada pero estará bajo la regencia de la Asamblea Nacional.

4) Comunitaria Mayor: De 20 o más empleados. No podrá ser privada y estará a cargo del Ministerio de Trabajo y podrá ser intervenida por el Presidente de la Asamblea Nacional.      PÁGINA SIGUIENTE…

 

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