LIBRO ONLINE 02

  PÁGINA ANTERIOR//          Como ya hemos dicho, a un gobernante honesto primero se intentará tentarlo y desviarlo, corromperlo. Luego se intentará corromper sus filas, infiltrar su plataforma de gobierno, buscando las debilidades de la gente hasta llegar a su plana mayor. Si esto no resulta, pues se le hará enfrentar con otros países, ya sea con ataques de falsa bandera, provocaciones reales o inventadas y argumentos de toda clase. La única manera de evitar esto, es que sean muchos los países que alcancen a la vez un estado de verdadera democracia y decidan de común acuerdo la abolición de la usura, que se declaren libres de toda “deuda externa” y que el dinero, que es la principal arma de los esclavistas, sea emitido exclusivamente por el Estado, y que los bancos sólo sean del Estado, es decir del pueblo, auténticos servicios públicos y no empresas privadas. En un paso posterior, sería posible abolir el uso del dinero, pero no para hacer un sistema de trueque del que siempre sacará tajada el codicioso, ni “créditos”, ni mucho menos dinero virtual, que sería tanto o más peligroso que el dinero efectivo. Aunque usemos billetes y diferentes formas de “metálico”, el dinero globalmente ya es virtual y además, su misma creación implica deuda, son ceros en ordenadores, no tienen un verdadero respaldo de valor material alguno.

            Antiguamente existía un respaldo oro, pero en 1971 eso dejó de ser válido. El dinero simplemente es deuda, son cifras en ordenadores, el más grande engaño de todos los tiempos y el instrumento de dominio mundial. De modo que un país Ecologenista será aquel que, como se explica en el Plan TEOS, se independice de la banca internacional, prohíba la usura en cualquiera de sus modalidades, nacionalice los bancos y finalmente, con algunos pasos administrativos de conversión de valores, promulgue  la abolición del dinero.

            Si dicho país no tiene socios poderosos en el desafío, lo tendrá difícil, pero si se forma una alianza entre países medianamente autosuficientes en recursos y tecnología, la Humanidad tendrá la posibilidad de librarse de sus dos mayores lacras: El dinero como instrumento del esclavismo y la miseria generada por el sistema. La máxima polarización que cabe poner en la conciencia de todos, es que nuestro “hacer o no hacer”, implicará uno de estos resultados: Civilización Solidaria y Libre o Civilización Esclava. Ahí es donde los “poderosos” se encuentran con la suela de sus zapatos, porque la gente y sus gobernantes, si lo comprenden y actúan en consecuencia, se habrán puesto por encima de todas las falsas polarizaciones. Ni “derechas” ni “izquierdas”, ni esos partidos “de centro” que se fabrican para atraer y engañar a los disidentes y a los que van dándose cuenta de lo aberrante de la polarización en partidos. Esa “disidencia controlada” no puede producirse en la Ecologenia, porque hay pautas muy claras y plena coherencia de Principios, aunque la forma (algunos factores menores) pueda tener variantes en cada país.

            Podríamos exponer con profundidad de detalles los intrincados laberintos de la banca internacional, de cómo opera el sistema financiero, pero eso nos haría llenar volúmenes que no hay tiempo de escribir. Los lectores interesados en conocer ese laberinto lleno de trampas pueden buscar la abundante información que existe en Internet, pero es mejor que hagan un camino a vista de pájaro, analizando simplemente las noticias y filosofando un poco sobre las intenciones que hay detrás de todo juego en la bolsa, detrás de todo pacto entre banqueros, detrás de cada “crisis financiera”, etc., para darse cuenta que esta civilización está sometida por su propia codicia y los más grandes codiciosos tienen, además de esa patología, toda la inteligencia y desamor, falta de escrúpulos y voluntad concreta de ejecutar sus planes, en un tablero de ajedrez mundial en el que todos somos piezas, nos guste o no, lo sepamos o no.

 DERECHAS E IZQUIERDA: LAS DOS MANOS SUCIAS

            Se ha formado un frente confuso entre la derecha y la izquierda como supuestos máximos paradigmas políticos La derecha en Occidente, generalmente está asociada con la Iglesia Católica, mientras que la izquierda no parece asociarse más que con el ateísmo; pero esto es una visión relativa, un tópico de los tantos utilizados por los esclavistas para enfrentar a la masas, porque hay un espectro muy variado de tendencias, desde ultraizquierdistas católicos hasta ultraderechistas ateos pasando por todas las posibles combinaciones político-religiosas. En realidad, son las dos manos de la misma inhumanidad, dos manos de la misma ignorancia puesta en la mente de la humanidad y ambas sucias por igual. No existe una “doctrina de la izquierda” ni una de la derecha; sólo ambiguas y difusas definiciones a partir de agentes del poder que escribieron sus obras muy bien pagadas por la banca. A la hora de inventar impuestos y multas, retorcer la realidad, someter a los pueblos con leyes absurdas y cambiantes, son lo mismo.

            Las oligarquías se asocian a la derecha porque ésta sostiene en todo el mundo la  dinerocracia más radical. Pero los socialistas y comunistas de casi todo el mundo están entrampados por igual, aunque tengan ideales más solidarios, criterios más justos e ideas más incluyentes. Pero surgen en la izquierda aberraciones como el pago de subvenciones a los enfermos, en vez de invertir en la salud, con lo que unos pocos tienen que pagar a infinidad de supuestos enfermos. Soluciones como esas seguirán produciendo pobres parches a los reales problemas sociales, porque el problema de fondo es que siguen usando dinero, siguen usando el valor más arbitrario, artificial y diabólico inventado jamás. Siguen haciendo que un valor convencional manejado en sus altas esferas por unos pocos desalmados reemplace, limite y distorsione todos los demás valores, sean artísticos, intelectuales, sociales, culturales, tecnológicos y en definitiva, absorba toda la energía social humana. Ahora es la droga del cuerpo social, sin la cual no es posible mantener cualquier actividad, pero al menos es urgente eliminar la lacra que pesa por encima del dinero mismo, que es la usura, el uso del dinero-deuda para someter al mundo.

            Hay gobernantes que sufren la impotencia de no poder abolir la usura bancaria por causa de su soledad internacional; si lo hicieran tendrían de inmediato la reacción de los resortes de la sinarquía: intentos de provocar guerras con pretextos o sin ellos. Cuando tome conciencia de estas cosas una gran cantidad de gente, que les lleve a tener gobernantes de verdad, en vez que títeres de la sinarquía, habrá alianzas solidarias internacionales y el cambio podrá ser una realidad. Una Civilización Solidaria no puede tener al dinero como máximo valor y encima, en total carencia cuando los financistas internacionales deciden crear una “crisis económica”, para vender dinero a intereses. Un país inteligente y libre no puede usar ningún sistema que reemplace a la administración de servicios y bienes por parte del Estado. Pero el esclavismo ha ido imponiendo la idea de que las Patrias son cosa del pasado, como si fuese un valor obsoleto y que su sola mención se asocie a las palabras “dictadura” y “tiranía”.

La humanidad ha creído que mediante el capitalismo podía tener justicia, permitiendo al más capaz, más trabajador e inteligente, progresar sobre el vago, el idiota o el que menos méritos tuviera. Pero la triste realidad es que en la dinerocracia sólo medran los más astutos en perjuicio de los más justos; los más ruines en perjuicio de toda la sociedad; los más charlatanes y demagogos, en perjuicio de los pueblos. Los inventores técnicos o científicos que han podido enriquecerse, han sido aquellos a los que la sinarquía ha avalado y dado crédito porque convenía a los planes que traen entre manos desde Constantino o incluso antes. Cuando se rompan las cadenas armadas con el dinero, no habrá izquierdas ni derechas. Cuando se habla de eso, los que gritan justicia social y se supone que defienden al trabajador, se escandalizan. Cuando se habla de abolir la usura y el agio, los “humanitarios” de las “organizaciones benéficas” se quitan la piel de cordero y desenfundan sus dientes de lobos. Algunos, quizá, suponen que eso sería restringir recursos a su tarea de alargar agonías, pero no consiguen imaginar que en un mundo donde no exista la lacra de la usura, no habría miserias que paliar y hablar de “justicia social” será algo incomprensible, como podrá verse en la Parte Segunda. Si hablamos de buscar “justicia social”, es porque hay injusticia social. Mientras haya derechas e izquierdas, sólo habrá eso y las consignas de la Revolución Francesa serán una quimera.

            Hoy existe un incesante enfrentamiento entre los trabajadores contra la patronal, con los sindicatos -corruptos o no- de por medio. Los gobiernos de derechas administran bien en los países desarrollados, pero venden todo a las multinacionales en ellos y peor aún sucede en los no desarrollados. Los gobiernos socialistas financian la vagancia, poniendo al trabajo como una carga en vez que un honor, evitando la orientación vocacional escolar, promoviendo la enfermedad y pagando la hipocondría, pero no permiten la práctica de la verdadera medicina, que tiene un arsenal inmenso de técnicas, dejando la alopatía como una “alternativa” más y no de las mejores. Las pequeñas empresas, las empresas locales, se encuentran en su gran mayoría al borde de la desaparición. Los sindicatos les presionan para mayores sueldos, los bancos les ahogan y los gobiernos les succionan como un socio parásito, más de la tercera parte de los beneficios. Los antiguos almacenes de barrio desaparecen bajo el aplastante peso de las grandes superficies que al principio lanzan interesantes ofertas, pero luego los precios no bajan, sino que se establecen más grandes monopolios de toda mercadería, mientras al productor se lo esquilma, sometiéndolo a escasas vías de comercialización. Pero esto es sólo un ejemplo de lo que ocurre en todos los rubros de actividad comercial y productiva, con perjuicio en especial para el trabajador.

            En una Sociedad Democrática, Ecologénica -todo lo contrario a la dinerocrática mantenida con la partitocracia- no habrá problemas de empresas y trabajadores. Cuando toda la Nación es una empresa, todos los ciudadanos son socios. No serán necesarios los sindicatos actuales, porque no habrá injusticia social alguna a la que poner ese amortiguador. No obstante los sindicalistas no van a desaparecer, seguirán cumpliendo su misión, pero como vigilantes de la seguridad y del cumplimiento tanto de empresarios como de trabajadores, como moderadores y árbitros para generar mejoras en todos los ámbitos de la producción y los servicios. No tendrán que “defender al trabajador” enfrentándose a la patronal.

            Mucha gente se preguntará ¿Y para que serviría mi profesión en una civilización así? Pues un contable tendrá arduo trabajo, pero sin riesgos de quiebra y despido. Hay una larga lista de correspondencias laborales. La forma de administración, como se verá luego, es bien diferente y cada uno trabajará según su vocación. Nadie estudiará para tener una profesión de la que ganar dinero y vivir. Se debe estudiar siguiendo una vocación, no una necesidad de supervivencia. Nadie que tenga ideas creativas tendrá que endeudarse para ponerlas en práctica. Nadie ha nacido para ser empleado disconforme, cajera de supermercado, o gerente de banco. Estos últimos podrán en una Sociedad Ecologénica, ser censores, regentes, almaceneros, etc.. Nadie ha nacido para la guerra. Todo eso se hace por distorsión de la vocación, para ganar dinero o dar rienda suelta a instintos que deberían pasar por terapia o reconducidos hacia otras actividades.

            Algunos militares lo son realmente por vocación, pero el espíritu militar original, sano, es el que defiende de agresiones externas y de intentos de esclavización por cualquiera de las tácticas del esclavista. El militar de alma no disfruta en una guerra como un simple asesino. Disfruta con las expediciones de exploración, con las obras de gran importancia donde hace falta movilizar ejércitos de trabajadores. Se siente realizado cuando sirve al pueblo en el transporte de mercadería estratégica o cuando salva vidas durante desastres naturales o trabajando en su previsión. La disciplina que caracteriza al verdadero militar le hace apto para instruir a otros, para formar conciencia, no para hacer hombres-máquinas. Es posible que ni alcanzando el ideal perfecto de Sociedad Ecologénica Mundial, dejen de ser necesarios los militares. Pero no serán como hoy, meras piezas inconscientes de un ajedrez político que les manda a matar o morir fuera de sus países, por mandato indirecto de las multinacionales mineras o petroleras y otras que sirven a la sinarquía.

EL VOTO ANÓNIMO

            El voto “secreto” es una aberración política menor pero igual implica una fatuidad de compromiso y se ha prestado a toda clase de trampas, llamadas eufemísticamente “fraude electoral”. Si bien en la mayoría de las partidocracias da igual quién gane porque los candidatos ya están comprados por quienes financian sus campañas publicitarias (eufemísticamente “electorales”), así y todo hay trampas por el poder. Unas veces ejecutadas por los mismos partidos, otras veces -cuando algún candidato parece no responder a los “intereses”- por maniobras informáticas, agentes de infiltración en juntas electorales, etc. ¿A quién le importa que el voto sea secreto, si todo el mundo sabe a qué partido responde cada uno? ¿No se juntan miles de personas en los mítines políticos, ante cámaras y micrófonos? ¿No andan los partidarios gritando a voces su afiliación o tendencia? ¿De qué tienen miedo al momento de echar una papeleta? A veces se andan matando los fanáticos cuando se encuentran pegando carteles, pero los actos violentos no tendrían lugar en votaciones locales por una u otra persona, si no hubiesen “partidos”. No será necesaria campaña alguna, como veremos más adelante… Por otra parte, es increíble como luego de algunas elecciones, las consultas y estadísticas populares de los periodistas son toda una sorpresa porque nadie parece haber votado al ganador o lo ha hecho una minoría. ¿Conciencias con problemas o fraude evidente? No hay cómo saberlo, no hay cómo procesar legalmente a un culpable de tamaño delito contra la voluntad popular y -en el mejor de los casos- se hace necesario duplicar el costo de tiempo y recursos en una nueva elección. ¿Y qué garantía hay de que no ocurra fraude otra vez? Hay tantas maneras de trampear las elecciones, como magos en los escenarios, aunque haya “veedores internacionales”, se haga en cajas precintadas o por medios informáticos. Este último es el sistema más fácil de “hackear”.

ENTRETENIMIENTO Y DESVÍO

            Táctica igual de vieja que la polarización, pero que sumada a ésta da resultados magníficos entre la masa, movilizando sus más bajas pasiones y emociones. Para los mas “espirituales”, miles de noticias “new age”, una infinidad de espectáculos cada vez más obscenos, falseo de información sobre toda clase de cosas para que nadie se pueda dar cuenta de los problemas realmente importantes, discusiones sobre extraterrestres buenos que van a venir a salvarnos u otros malos que vienen a invadir, profecías para todos lo gustos…  Desengáñese el Lector, porque no vendrán “hermanos de otro planeta”, ni Cristo ni otro mesías a salvar a una humanidad indolente, perezosa e inerte, cuyas aberraciones son evidentes cada día en los noticieros. Nadie hará por nosotros, nuestros deberes.

            Basta ver unos minutos de televisión analíticamente para observar cómo funciona en todos los niveles la polarización y la confusión. Si observa la pornografía deportiva, podrá ver como se forman dos “energías” opuestas no ya en los jugadores, sino un par de nubes con cargas opuestas (para describirlo de alguna manera) entre ambas multitudes de espectadores. Esa energía psíquica suele terminar en peleas callejeras y asesinatos en tal magnitud y cantidad, que las policías de muchos países “democráticos” tienen prohibido reportar a la prensa, y todo “en bien del deporte”. Si el Lector suele ver los noticieros, no hace falta decirle más sobre el efecto de la polarización dentro de esa otra aberración política que es el poder legislativo aparentemente separado del judicial…

Por cada periodista y/o investigador de misterios decente, hay cinco charlatanes, especialmente los que se autotitulan defensores del “pensamiento crítico”, que trabajan -conscientemente o no- para mantener los dogmas académicos y generar constantes discusiones. Además de mantener el oscurantismo que el esclavista necesita para medrar, sirve para distraer a la masa de los problemas verdaderos y contractuales.

            El entretenimiento está más que asegurado en casi todo el mundo con la pornografía deportiva que no sólo entretiene, sino que también polariza, divide hasta tal punto que en algunos países en disconformidad social y personal, la multitud gasta su energía en las euforias y depresiones pre y post-partidos. La capacidad de pensar, analizar y razonar lógicamente sobre temas un poco abstractos como la política, se reduce en los cerebros sometidos al estrés emocional que produce el fanatismo.

 SOBRE TERRORISMO Y FALSA BANDERA

            Estas dos técnicas se aplican constantemente y en forma combinada. El ejemplo más moderno es la caída de las dos Torres Gemelas el 11S, con su dueño Larry Silverstein asegurando “contra accidentes” los edificios dos semanas antes por dos mil millones de dólares. Con falsos atentados comenzó la guerra de Vietnam, y con atentados de falsa bandera comenzaron dos Guerras Mundiales del s. XX y antes la guerra contra España y son demasiadas para extendernos aquí. El terrorismo lo induce en la gente el Estado traidor cuando hay que desnudarse para pasar por un aeropuerto, siguiendo las directivas de USA en “política de seguridad” cuando existen hartas demostraciones de que fue un atentado de falsa bandera. Claro que no se verá eso en los medios de desinformación masiva, que son la mayoría de ellos.

            Es una pena que los policías y agentes de los aeropuertos no se den cuenta del absurdo papel que les hacen desempeñar en esta gran farsa y se hagan cómplices de ella. Un terrorista no necesita ningún arma para producir un desastre aéreo desde dentro del avión. Los odios y los miedos metidos en la psicología de la gente son una forma más de envenenarla.

SOBRE LA ANARQUÍA ¿POLÍTICA O FILOSÓFICA?

            La anarquía política es otra aberración creada por rebeldes con buenas intenciones, pero ignorantes de la psicología humana y las manipulaciones a las que está sometida. También por los mismos metapolíticos de las finanzas internacionales la promueven, porque aunque “nadie mande”, el dinero sigue mandando. Aunque fuese preferible a la esclavitud, es una utopía total. La anarquía filosófica es la que practican las personas más sensatas y desengañadas, que no precisan que nadie les diga qué deben hacer y no participan de la farsa mundial. Pero ello no les exime de cumplir con la mayor parte de las leyes, ni “hacer lo que me dé la gana”.

            Política y dialécticamente es una paradoja, ya que se trata de la forma de gobierno sin gobierno. Del griego αν (an) “no” o “sin”, y la raíz del verbo αρχω (arkho), o sea “jefe”. La primera vez que aparece la palabra “anarquía” en la historia conocida es en la obra de Esquilo de Eleusis “Los Siete Contra Tebas”, en el 467 A. de C.

            Pero aunque Esquilo pueda considerarse el padre de la tragedia griega, su obra no dejó impronta en lo filosófico y su impacto político está en duda. Para comprender la anarquía desde aquella época hasta la actualidad tenemos que apreciar un amplio espectro de diferencias ambientales, la evolución socio-política, la economía y la demografía. En su época los gobiernos opresores no contaban más que con algunos miles de ciudadanos y algunos cientos de esbirros muy firmemente adiestrados, así como una mediática basada sólo en el rumor, ya que sólo un porcentaje ínfimo de la población sabía leer y escribir. Sin embargo jamás pudo realizarse el ideal derivado de aquella obra, que ni siquiera propone una forma de vida sin gobierno, sino el derrocamiento del existente. La comunicación más rápida era el mensajero a caballo y aunque esa situación informática existió hasta mediados del siglo XIX, la anarquía jamás pudo ponerse en práctica ni en las más pequeñas tribus aborígenes de todos los continentes.

            En el ideal anárquico se supone que todos los individuos saben lo que tiene que hacer y que son responsables de sus actos, pero que cuando ello no es así, la sociedad reacciona localmente y puede generar las defensas necesarias e inmediatas. Los anarquistas se dividen históricamente en dos grupos: Los políticos y los filosóficos, pero hacer coincidir los criterios e intenciones de unos y otros es algo que nadie ha logrado hasta ahora.  Sin embargo, el movimiento anarquista ha tenido alguna influencia -y sigue teniéndola- en la sociedad. Por eso vamos a desglosar ordenadamente los aspectos de cada tendencia.

ANARQUÍA POLÍTICA

            Esencialmente se trata de dejar a la comunidad, tribu o país, sin gobierno alguno, difundiendo para ello muy variadas consignas, pretextos, etc., hasta convertir en slogans algunas frases recortadas o intencionadamente manipuladas como “Cada ciudadano sabe lo que quiere”, “Podemos gobernarnos a nosotros mismos”, “El poder corrompe”, “Los pueblos desean vivir en Libertad”, etc.. Pero ninguna de estas consignas puede hacerse real sin una organización y sin un alto grado de conciencia y disciplina de la masa involucrada. Aún así, la psicología de la humanidad en la Política Natural, cuenta sólo con dos clases bien definidas: Los líderes y los seguidores. Incluso los líderes se dividen en superiores, intermedio e inferiores y los superiores se dan cuenta que además de guiar con pautas claras, deben motivar emocionalmente a los líderes en un nivel jerárquico inferior. Sin esa guía y motivación, éstos no conseguirán hacer su trabajo de guía sobre los seguidores.

            Los anarquistas políticos activos -salvo raras excepciones como Gerrad Winstanley, a pesar de sus muchas incoherencias- han sido y son meros activistas subversivos, gente que sin proponer alternativas de gobierno han combatido al régimen del momento, pretendiendo que todo ciudadano tiene un mínimo de coeficiente intelectual que le permite gobernarse solo y -lo más utópico- que toda persona “quiere” gobernarse sola, decidir por sí misma, atenerse a sus propios criterios para vivir, educarse, trabajar, administrarse, etc.. La lista de personajes más o menos identificados con el anarquismo no pasa de quinientos en todo el mundo. Y ninguno ha conseguido nada realmente valioso en lo social y político.

            Los actuales movimientos de “indignados” van por el mismo camino, por más que tengan la movilización pacífica como pauta fundamental. Sólo harían efectiva su capacidad movilizadora instaurando una forma de gobierno diferente, tal como se propone en “Constitución Asamblearia”. ¿Creerán que los políticos -incluso los lacayos menores de la sinarquía- no preveían estas reacciones?

            Desde la caída del Imperio Romano hasta ahora, la mayoría de las revoluciones han sido guiadas por grupos con intenciones bien definidas, desconocidas para la masa manipulada, pero en muchísimas ocasiones han usado el pretexto del ideal anárquico para derrocar a los gobiernos, dejándolos en un caos, que es lo único que produce en la práctica la anarquía, sometiendo luego a los países acéfalos a los intereses de los grupos que siempre han manejado la verdadera política mediante el dinero. Incluso el ideal anárquico se ha intentado mezclar en revoluciones republicanas, produciendo dolorosas confusiones en las poblaciones así manipuladas. Por eso la constitución de un gobierno Ecologenista ha de basarse en un profundo y clarísimo conocimiento de la política en todos los ámbitos, por parte de los líderes, así como un conocimiento general aceptable de los conceptos principales de Ecologenia, por parte de la masa de ciudadanos. Los agitadores pseudoanarquistas han estado siempre al servicio de los manipuladores políticos y trabajan para la oculta dictadura económica. El ojo más o menos entrenado en asuntos antropológicos y sociales los puede observar y diferenciar entre los manifestantes que -por ejemplo- se movilizan cada vez que hay una reunión del G8 (Los ocho países más industrializados del mundo: Canadá, Alemania, USA, Francia, Japón, Inglaterra y Rusia), o en otras manifestaciones antiglobalización. Si bien la mayoría de las reivindicaciones exigidas son absolutamente justas, muchas de estas acciones no son realmente populares, sino provocadas y dirigidas por pseudoanarquistas para entretener a las masas usando a los políticos visibles como cebo. En esas manifestaciones se hacen controles muy cuidadosos, se pulsa el accionar de determinados individuos a modo de análisis focal, se hacen filmaciones y registros metódicos y se sondean las reacciones populares no sólo en la plaza de manifestación sino también para detectar los canales por los cuales se difunde luego cualquier cosa. Así se tiene fichados a los periodistas, a los usuarios de Facebook y todas las redes sociales. Claro que guardar silencio por miedo a alguna represalia es lo peor que podríamos hacer, porque estaría dándose la victoria al esclavista desde ya,

            Muy raramente esas reuniones anunciadas tienen una verdadera finalidad de llegar a algún tipo de acuerdo, porque lo que define las acciones políticas -sobre todo a nivel internacional- no son los criterios ecológicos ni los intereses del ciudadano medio, sino los intereses de las corporaciones económicas. El Congreso de los Estados Unidos quizá sea la muestra más clara de que los intereses financieros son los que realmente mandan y las reuniones entre políticos y financistas, aunque son de público conocimiento y las “leyes anticorrupción” son muy complejas y absurdas en ese país, no se hacen públicas las conversaciones. Luego en el Congreso lo que se hace es votar cada uno por los intereses que representa, con lo que en realidad el interés de la ciudadanía es una utopía. No es de extrañar entonces, que el movimiento anarquista en USA tenga un carácter más filosófico, ya que muchos ciudadanos estarían encantados con cualquier otra forma de gobierno o aún un desgobierno, al comprender lo corrupto del sistema en que viven.

            Pero no habiendo intereses más poderosos que los del sistema, los pseudoanarquistas sólo son “necesarios” cuando hay que asesinar a un Presidente que no acata las órdenes de los banqueros. Mientras, cualquier corriente anárquica se combate con medios que van desde las sutiles campañas de manipulación mental (películas, conspiraciones de terrorismo para culpar a agentes externos, etc.), hasta la represión pura y dura de cualquier manifestación pro anarquía.

            En Europa las cosas son iguales en el fondo, pero funcionan de otra manera, ya que los pueblos tienen aún cierta capacidad de reacción y se busca sobre todo mantener un buen nivel de vida, con mínimos de pobreza, consiguiendo un conformismo general que encubre las falencias del sistema político-económico y otros problemas que se irán manifestando a más largo plazo (sólo unos años más), causados por la inmigración descontrolada, la sexualización enfermiza de los niños, el creciente poder de las minorías psicopáticas, etc.

ANARQUISMO FILOSÓFICO

            Desde el punto de vista estrictamente dialéctico y lógico, la anarquía es una utopía irrealizable (no es una redundancia, porque la mayoría de las utopías tienen alguna posibilidad y a lo largo de la historia se han realizado la mayoría), pero la anarquía como forma de vida es algo que jamás se ha conseguido y no será posible mientras que cada individuo sea autoconsciente y diferente de los demás.

            Se da una interesante paradoja en los intentos de concebir un mundo anárquico y es que conseguir que cada individuo piense por sí mismo, se gobierne a sí mismo, se administre y controle a sí mismo, implicaría llegar a un comportamiento social similar al de las hormigas o las abejas, donde cada uno cumple una función de manera inexorable y perfecta, sin contradicción con ninguna otra función de ningún otro individuo. Pero sucede que hormigas y abejas tienen sus reinas, tienen su gobierno, aunque la sociedad se mueva por órdenes establecidas en la programación genética individual y colectiva. Ninguna sociedad animal -ni las bacterias- ha existido sin gobierno, de modo que mientras más nos acercamos a lo natural, menos podemos creer en la posibilidad de una sociedad anárquica, a menos que alcancemos un “consciente colectivo” donde -sin perder la individualidad- podamos funcionar en plena armonía. Eso sólo se podría alcanzar con el desarrollo masivo de la telepatía y a un nivel casi absoluto.

            Mientras eso no ocurra, al menos podríamos vivir en una verdadera democracia, que es la forma de vida donde se hace posible un gobierno Ecologenista

LA UNIFICACIÓN Y DIVISIÓN NACIONALES

            Hay gente muy buena, con altos ideales que llevada por la ignorancia política, auspiciada algunas veces en forma muy directa por infiltración de agentes encargados de la perversión de las ideologías, termina proponiendo cosas del todo ridículas, como la unificación de toda la Humanidad en los aspectos en que no debe ni puede unificarse, a menos que se haga bajo las cadenas del esclavismo. Las partes aberradas de esta idea son:

     a) “Una única raza, la Humana”, Como si fuese posible borrar de un plumazo las diferencias culturales, biológicas y de idiosincrasia de las razas y naciones. Sólo podría hacerlo el esclavismo y de hecho lo está logrando en muchos países, perdiendo así cada Nación y cada raza los valores que le son propios y ancestrales, para caer en las ridiculeces de una sola moda, de un solo “modus vivendi” que se llama consumismo, control individual extremo, hipoteca, idiotización comercial…

     b) “Un solo país”: Caben las mismas consideraciones que para el ítem anterior. Los mismos que promueven la unidad bajo los principios del capitalismo y el mercado, son los que financian y controlan mediante sus servicios de inteligencia privados, las divisiones nacionales. Un buen ejemplo es España, país al que se ha buscado dividir y destruir como a Alemania, por tener valores culturales, sociales y arquetípicos muy inconvenientes a los objetivos globalizadores del mercado.

     c) “Una sola cultura”: ¿Y tiramos todos los folklores, el canto, la danza, las fiestas y costumbres -pintorescas o didácticas- de todos los pueblos, para sentarnos frente a la TV a tomar cocacola y mirar fútbol y lo que nos quieran hacer ver y creer?

    d) “Una sola religión”: ¿Cuál religión? Ya todos los seres humanos están sometidos a lo que el genial Dalí representó en un impresionante cuadro: “La Apoteosis del Dólar”. De todas las propuestas socio-políticas, vengan de donde vengan, es la más ridícula por imposible.

            Cierto es que la Nueva Humanidad tendrá que unificarse y urge hacerlo, pero no bajo esas premisas tan absurdas, imposibles y en último caso, fatales. El concepto lógico de Unificación pasa por un proceso que en la Parte Segunda exponemos en detalle, pero en líneas generales el mundo sólo puede y debe unificarse en:

     e) “Un solo gobierno”. Esto es muy fácil si se acepta que se haga según el plan actual en marcha de los esclavistas genocidas. Basta que cada uno se mantenga en la indolencia y la creencia de que “no se puede hacer nada” y siga entregando votos a la política actual. La otra alternativa es que deje de colaborar con el sistema y comience a pensar con determinación a poner en marcha localmente la Ecologenia. Entonces podremos crear un único Gobierno en un futuro más lejano, pero desde y para una Humanidad unida en consciencia, felicidad, verdadera libertad y armonía con el Universo y las Leyes Naturales, de tipo evolutivo. No será tarea fácil, pero tampoco una utopía. Tampoco será un “gobierno” en todos los sentidos, sino un Concejo Mundial, como la ONU pero con valor real, no esa parodia de gobierno mundial manejada por los intereses económicos.

            Puede lograrse si ese pequeño porcentaje de  innovadores, personas inteligentes que siempre han destacado por su creatividad, genialidad en algunos casos y altos ideales, consigue ponerse de acuerdo y dejar todos sus personalismos y egoísmos, la pereza y los problemas psicológicos, para unirse a una causa de la que damos aquí los lineamientos generales. Somos conscientes de que no se alcanzará ese ideal de un día para otro, pero tampoco tiene esta humanidad mucho tiempo. La pérdida de valores y los desastres ecológicos que promueve y produce la tiranía económica, no nos deja casi nada de margen.

 Además, que exista un “gobierno mundial único” o mejor dicho un Concejo Mundial, no significaría que cada Nación vaya a perder su identidad e independencia, porque eso significaría romper con todos los valores que cada Nación tiene, con la lamentable consecuente pérdida cultural. Lo que es realmente una desgracia, es que los pueblos están perdiendo poco a poco su identidad. No puede ni debe ocurrir eso, como no puede ni debe ocurrir a nivel individual. Aunque la sinarquía esclavista consiga su objetivo, aunque la población mundial sea masacrada en gran parte, aunque quedara disminuida mentalmente y controlada al extremo con los nanochips, siempre habrá focos de resistencia, siempre aparecerá por alguna parte el espíritu de libertad y éste acabará con el sistema de control, por más refinado que sea.

            Pero si triunfa la Ecologenia, la conciencia de los individuos debe alcanzar máximos, liberarse de las taras psicológicas y de las falsas creencias políticas llamadas “ideologías”, las falsas religiones y falsas teorías en todas las disciplinas humanistas, antes de pretender alcanzar una unificación global. Mientras, el proceso puede y debe iniciarse a nivel de Naciones. Es imprescindible que los adultos, los jóvenes y hasta los niños recuperen en su saber, el concepto de La Patria, sin la cual el pueblo queda sólo como esclavo de las corporaciones bancarias. En un futuro cuya distancia será determinada por la reacción de las multitudes ahora mismo, será posible un gobierno realmente Humano; pero jamás puede hacerse como lo intenta el mercado, a costas de las libertades individuales, el terror, las guerras, las pestes fabricadas para vender sus medicamentos y el genocidio como modo de controlar la demografía.

     f) “Una sola economía”. Pues claro, eso sí que es posible incluso mucho antes de tener un gobierno mundial, esclavista o no. De hecho eso ya existe y estamos sometidos a ella… El desafío es hacer una economía mundial solidaria, altruista, liberadora, no dineralizada, justa, y para nada “liberal” como hasta ahora, donde la única “libertad” la da al astuto esclavista, al especulador y al usurero que vive del trabajo de otros.

    g) “Un solo idioma”. Es menos utópico y existe uno: el esperanto, pero su difusión por simple educación colectiva se hará posible bajo gobiernos Ecologenistas nacionales. Igual puede consensuarse el inglés, tal como ocurre hoy y parece funcionar bien en las relaciones internacionales de gobiernos y personas, pero de ninguna manera debe constituir un reemplazo de los idiomas nacionales establecidos. Es imprescindible que toda la Humanidad cuente con un idioma común que permita la comunicación fluida entre todos los seres, pero así mismo es fundamental que cada país conserve su lenguaje. Ni siquiera debe permitirse la pérdida de las lenguas y dialectos que dan identidad propia a las diversas comunidades de una misma Nación. Por otra parte, existen millones de documentos históricos de enorme valor cultural que sólo podrán ser aprovechados por la Nueva Humanidad si las lenguas se conservan.

            Aclarado esto, cabe decir que los nacionalismos falsos son otra aberración. El ejemplo español no es único, pero es el más didáctico para el caso. Si a los independentistas de las diversas comunidades se les da la “independencia” que piden los grupos de fanáticos -ideológicamente manipulados-, no sólo quedarían esas comunidades aisladas cultural y socialmente del resto de la Nación que es España, sino que quedarían más rápidamente sometidas a los intereses económicos del mercado financiero, que lo que menos desea es conservar los valores culturales, folklores e idiosincrasias populares. Es decir que mientras el esclavista busca dividir para reinar en lo social y cultural, procura unificar bajo pautas financieras y militarización, sin tener en cuenta los valores culturales de cada país. Quien desee más información sobre esta doble acción, puede remitirse al Tratado de Maastricht, en que se basa la Unión Europea.

SOBRE LA DEMOCRACIA

            Uno de los conceptos más aberrantes de la política de los dos últimos siglos es -aparte de una flagrante mentira- que la democracia es una forma de gobierno. En realidad, es una forma de vida, con matices sociológicos, filosóficos, espirituales y antropológicos, pero no puede ser una forma de gobierno. Una buena forma de gobierno podría ser muy variada, pero cualquiera sea, sería un derivado de la forma de vida democrática.

            Vamos a lo comprensible hasta para el menos perspicaz. ¿Acaso tienen más poder los políticos que los banqueros?, ¿Acaso tiene alguien, más poder en este sistema que los dueños del dinero? Los políticos obedecen a quienes financian sus campañas, el pueblo tiene dos o tres figuras a las que votar, pero ¿Acaso les conoce realmente?, ¿Alguien puede negar que son apenas excepciones, aquellos políticos que cumplen sus promesas electorales?: Un pueblo culto vota una idea, vota a quien parece que las tiene más claras, pero en la estadística global, las promesas políticas son charlatanería y para colmo, las pocas promesas coherentes con la realidad son olvidadas apenas alcanzado el poder. Los planes políticos anunciados son subjetivos y sin ninguna propuesta de cambios de fondo, sólo cambian las formas: 1) Más créditos, 2) más leyes, 3) más “justicia social”, 4) más trabajo, 5) menos delincuencia. Sólo se cumplen las dos primeras promesas. Más créditos en vez de más dinero en los bolsillos y más leyes para complicarnos la vida. La “justicia social” suele quedar en justificación de la vagancia y nada de educación social. El “más trabajo”, sólo lo es para los legisladores y la “menos delincuencia”, compruébelo el Lector en la estadística y los noticieros…

            Ningún político -salvo unos pocos demonizados- habla de Amor; nadie habla de cambiar las reglas de juego a favor de la abolición de la usura, y la especulación financiera. ¿Cómo podrían si están financiados por usureros? Nadie propone cambios de modelo. Nadie ha enseñado la ciencia política al pueblo, salvo esos pocos demonizados. Cuando surge un individuo que tiene el real conocimiento de la política, es automáticamente marcado con la palabra “dictador” y su gobierno, por más que se base en una enorme mayoría de votos, pasa a llamarse “régimen”. Se ha usado la prensa, el arte, la literatura y los planes de estudio escolares para generar la idea aberrante de que dictadura es igual a tiranía y que es de por sí, algo malo. Sin embargo, los dictadores a lo largo de la historia conocida han tenido mejores resultados económicos, sociales, educacionales, etc., que las tan cacareadas democracias. Quienes hemos tenido ocasión de vivir bajo las dictaduras como simples ciudadanos y observadores imparciales, hemos podido verificar que aún la dictadura ejercida por alguien que no tiene gran habilidad política, genera más justicia social, eficiencia burocrática, rapidez en la Justicia, menos o nada de paro laboral, poco o nada de deuda externa y un grado de coherencia política imposible de lograr en las “partidocracias”.

            Basta observar los noticieros y pensar un poco: ¿No es la partidocracia un juego absurdo donde el partido de la oposición, el que no fue elegido, practica una constante sedición contra el gobernante elegido? La casta política, aún con ideas completamente contrarias (en teoría) a lo que ha elegido la mayoría, se asegura así su “puesto de trabajo” y se dirá que de ese modo están representadas las minorías. ¿Es que acaso necesitan esas minorías estar representadas para obstaculizar la acción coherente del gobierno? Sólo en teoría, ambos partidos -o todos ellos- desean el bien común, es decir los mismos beneficios para todo el pueblo. ¿Acaso puede lograrse eso implementando lo que dispone el gobierno y a la vez lo que quiere la oposición, cuando las propuestas son del todo opuestas o cuando menos, incompatibles? ¿Quién gana cuando derecha e izquierda mantienen en vez que diálogos, constantes peleas por irreconciliables intereses? Pues sólo ganan los charlatanes hipócritas de un lado y del otro, ya que finalmente harán las cosas a conveniencia de sus mandantes, los verdaderos políticos de las finanzas. Cuando un gobernante no cae en esas trampas y decide dar coherencia al accionar de gobierno, se le llama “dictador”, aunque la mayoría sea bien recibido por el pueblo harto de incoherencias o incluso elegido con toda la legalidad de las votaciones.

            Cierto es que ha habido excepcionales dictadores que han llegado por la fuerza o el engaño, vendedores de patrias, puestos por los mismos usureros de siempre para derrocar a un gobierno honesto pero débil. Así y todo, esos falsos dictadores no han sido tantos ni tan descarados como los “democráticos”, que han vendido casi todo a las multinacionales y cuando no lo han hecho totalmente (por estar bajo lemas supuestamente socialistas), han dejado en manos de los banqueros el verdadero poder. Cualquier persona puede comprobar estas afirmaciones con sólo analizar las noticias desde una óptica global e imparcial, o con investigar la historia económica, la estadística judicial y los resultados sociales de los países, para apreciar las diferencias.

            Entonces el recurso fundamental de la sinarquía para dar a las dictaduras el carácter de demoníaco, es la supuesta matanza que ha hecho el dictador para llegar al poder. En muchos casos, por no decir la mayoría en la historia, las matanzas estaban en marcha por asuntos del mercado, por religiones o las polarizaciones ideológicas, obligando al dictador a jugarse la carta de tomar el poder e imponer orden en el caos y terminar con la guerra interna. Que luego el dictador se perpetúe en el poder, en vez de educar al pueblo en la verdadera democracia, es otro tema. Y allí ha estado el fallo. Ahora veamos qué pasa cuando un dictador no educa al pueblo en la ciencia política y por muerte, cansancio o presiones, viene la supuesta democracia.

            Como hemos dicho antes, y diremos muchas veces, la democracia es una forma de vida, no una forma de gobierno. Cuando se habla del “Estado de Derecho”, se supone que hay un sistema de justicia eficiente y que para que esto sea realidad, se presume que debe haber necesidad de división entre poderes. Entonces hay un presidente o primer ministro cuya campaña ha sido financiada por los intereses usureros, que son -sin excepción- de lo más espurio, falto de ética, falto de solidaridad y de interés por el bien común. La mayoría de las empresas se crean con una filosofía, con el ideal de alguien que quiere dar algo que ha creado, un invento, una idea, un servicio, etc., pero los bancos no se crean con esa finalidad, sino para administrar y ganar dinero. Y a tal punto llega lo desalmado del banco como institución en la mayor parte del mundo (no nos referimos a los empleados, a los cajeros, meros ciudadanos que no tienen la culpa de casi todo lo que estamos exponiendo), que ni siquiera existen baños para los clientes. Una cafetería sin baños en condiciones, no dura un día porque el municipio le cierra. Los bancos argumentan “razones de seguridad”. ¿Tienen dinero para campañas publicitarias formidables y no lo hay para un baño alejado de las cajas, aunque el cliente deba pedir la llave? Pues ese “espíritu” es el que gobierna por encima de los gobiernos que supuestamente elegimos. ¿Y la democracia…?

            Por otro lado, tenemos un poder legislativo, que se dedica a crear leyes. Es decir que en vez de un dictador, hay un ejército de “pequeños dictadores” que tienen que gastar -igual que el poder ejecutivo-  la mitad de su energía, tiempo y recursos, para llegar y mantenerse en sus puestos, lidiando cada día con sus pares de otros partidos (otro factor a ver en el apartado de “polarización”). ¿Necesita un pueblo que cada día le estén imponiendo nuevas leyes? Las premisas legales dicen que el desconocimiento de la Ley no exime de su cumplimiento ni de las consecuencias de su violación. Esto sería justo si las leyes no estuvieran cambiando y agregándose leyes nuevas. Pero sí constituye una injusticia, cuando ni siquiera el letrado más experto es capaz de conocer en el instante todas las leyes, ni puede saber al momento qué leyes aplicar, aparte de que éstas pueden tener infinidad de interpretaciones.

            Entonces tenemos Jueces que deben decidir en base a la Ley. Esto obliga a dichos funcionarios a actualizarse constantemente respecto a nuevas leyes, aparte de que la corrupción y contradicción de las leyes, la educación aberrada, la estimulación de la codicia y las bajas pasiones de la ciudadanía, les obliga a atender cada día más casos delictivos y reyertas de todo tipo, creando una situación que les convierte en los funcionarios más agobiados, laboralmente presionados y en definitiva, incapaces humanamente de resistir las presiones a que están siempre expuestos. A esas personas les tenemos que pedir Justicia cuando hay problemas, pero sus criterios y sabiduría muchas veces chocan con lo absurdo de las leyes a las que deben atenerse. Entonces, si disponemos de Jueces ¿Para qué queremos más leyes de las existentes? Si hay que estar en permanente reforma de la Ley es porque algo está fallando en el fondo, en la filosofía de gobierno, en las entrañas del sistema o mejor dicho, en toda su estructura.

            Si hay que atenerse estrictamente a las leyes creadas por los legisladores, no haría falta Jueces. Hoy más que nunca, basta un ordenador bien programado, que podría dictar sentencia rápida… Mejor dejar eso ahí, porque lo peor es que ya está pensado por el Nuevo Orden Mundial. ¿Acaso no hay experiencia como “humanidad” y como “civilización” para hacer un cuerpo de leyes simples y atenerse a ellas? Bastaría dar a los Jueces el poder para hacerlas cumplir y confiando en su sabiduría, aplicarían sus criterios con la flexibilidad necesaria a cada caso, sin que los procesos lleven años. Pero de eso hablaremos más en otro capítulo.

            Trataremos de ilustrar algo más sobre democracia mal entendida, con ejemplos sencillos y claros: Imagínese que su cerebro es un “dictador” que sin lugar a quejas ni discusión de ningún órgano, miembro o célula de su cuerpo, ordena lo que cada uno debe hacer y a la vez deja que las funciones automáticas sean reguladas por el propio organismo. Pero su cuerpo se hace “democrático”. Su mano derecha quiere mandar e imponer sus criterios. Su mano izquierda, supuestamente con derecho a voto, derecho a réplica y derecho a la participación democrática, tiene que lograr un acuerdo con su mano derecha para cualquier actividad. Ambas manos desean ser la elegida para hacer las cosas, cada una a su manera… ¿Cuánto demoraría en peinarse?

            Tenemos una policía especializada con uniformes blancos que apenas entra un intruso a hacer daño, van y lo eliminan. Ese cuerpo “fascista” es implacable, no deja entrar o combate duramente a cualquier intruso peligroso. Ese cuerpo de élite se llama sistema inmunitario. Pero una parte de hace “democrática”, y decide que deben morir otras células del cuerpo o hacer las cosas de otra manera, porque en alguna parte se cambiaron las leyes; o bien resuelven que hay que hacer un montón de consultas, preguntar o pedir permiso, analizar si no se estaría violando algún código y que luego sean castigadas…  O la médula se hace “democrática” y en vez de obedecer a la voluntad central del cerebro, empieza a fabricar cantidad enorme de funcionarios inservibles. Eso se llama leucemia. En vez de mandar el cerebro, otras partes del cuerpo funcionan fuera de las directivas centrales. Imagínese a cualquier organismo de la Naturaleza, vegetal, animal o humano, intentando sobrevivir mientras le cambian las leyes (pautas de comportamiento, directivas, etc.) a cada instante…

            Aunque digamos que el Hombre crea civilizaciones y que es un animal político y cuantos pretextos se pongan al absurdo, la Humanidad no debe funcionar fuera de la lógica, de las Leyes Naturales y jamás podrá evolucionar favorablemente si cree lo contrario, como ningún cuerpo puede mantenerse sano si vive drogado, por más que el sujeto se crea muy fuerte. No tenemos ni podremos tener jamás un dominio tal de las Leyes Naturales, que podamos evitarlas. Sin embargo podemos conocerlas, servirnos de ellas, pero jamás “ir en contra” de esas Leyes que rigen el funcionamiento de todo el Universo. Cualquier individuo de cualquier grado de evolución que viola las Leyes Naturales, no las inhibe, no las burla; sólo marcha a contramano del Universo y caerá inexorablemente en la involución, con todas sus secuelas de sufrimiento. A diferencia de las supuestas democracias, el Universo no modifica sus Leyes, pues son Eternas, inexorables, inalterables, inmutables, simultáneas y coetáneas con todo momento y lugar. Son siempre las mismas. Dios (el Creador Universal, el Gran Arquitecto, Allhá o como le queramos llamar), no tiene un “Parlamento Celestial” que fabrique leyes. Y éstas son considerablemente pocas, teniendo en cuenta que de ellas depende la Existencia Eterna del Universo, aunque haya criaturas que atropellen la genética y hagan toda clase de desastres nucleares. Sobre esas Leyes Naturales ya está revelado el cuadro principal o Tabla Máxima, del que se derivan todas las Leyes Naturales conocidas académicamente. Ese material se encuentra en “Los Ocho Kybaliones” y ha dejado de ser un misterio, aunque aún poca gente se haya enterado.

            Si la Humanidad se atuviera a ellas, no tendría necesidad alguna de crear nuevas leyes; simplemente adaptaría unas pocas leyes, su condición humana y su relación con el entorno, a ese pequeño conjunto de Principios y Leyes Naturales Eternas e inexorables.

Esta civilización moderna está violando mediante la aceptación del “sistema de mercado”, la Ley de Solidaridad, que es una ley de la ecología. La medicina del mercado viola la Ley de Mentalismo, cuando promueve miedos y enfermedades falsas, con falsos diagnósticos y terapias mortales como la radio y quimioterapia para ganar dinero, para vender una farmacopea que no sólo no sirve en más del noventa por ciento, sino que más de la mitad de los medicamentos son letales, como la mayoría de las vacunas, tal como lo denuncian hoy los más prestigiosos científicos (ninguno que salga en TV, claro).

            Los médicos que practican la medicina del mercado con el mismo espíritu de los banqueros, conscientemente o no, están violando la Ley de Concienciación, al igual que todo criminal, aunque tenga un título que en muchísimos casos es una licencia para matar. El sida existe, pero no hay ningún virus, el cáncer existe, pero tiene remedio real en terapias baratas y sobre todo, en psicoterapia junguiana y/o dianética, así como veremos luego, en la Medicina Germánica del Dr. Hamer. Pero estas enfermedades llenan demasiadas arcas para acabar con ellas. La medicina del mercado vive de la enfermedad, no de la salud. En vez de curar, en el mejor de los casos alarga agonías. Por eso disponemos de un gran avance científico, pero la gente vive llena de enfermedades.

            Se está violando la Ley de Evolución cuando se juega con la genética y se producen transgénicos para que el agricultor quede esclavo del productor de semillas. Se viola la Ley de Finalidad, cuando en aras de la ganancia material se esclaviza la mente de la masa haciéndola “dinerodependiente”, haciéndole olvidar hasta su razón de existir, sus verdaderas necesidades y su verdadera esencia como persona, convirtiéndola en “consumidor”, en “cliente”, en “comprador”, antes que cualquier otro rótulo.

            Afinando un poco en lo espiritual o filosófico: si Usted ocupa la mitad de su tiempo vital y la mitad de su emocionalidad en los problemas económicos, en cómo pagará la hipoteca, en como manejará todas esas cosas tan ajenas a la Naturaleza, tan fuera de las situaciones para las que su genética está preparada, su matrimonio será un desastre, su vida un infierno y terminará con cáncer o cualquier otra enfermedad, porque el banco manda hasta sobre sus más íntimas funciones vitales.

            Se puede decir que un cuerpo sano, es un cuerpo “democrático”, porque -como hemos dicho- la democracia es una forma de Vida, implica armonía, igualdad relativa ante las Leyes (un demente no es juzgado igual que alguien que se supone que es normal). Sin embargo, un cuerpo humano, o cualquier cuerpo vivo, o cualquier grupo social de cualquier especie, funcionan bien solamente cuando hay UNA inteligencia central, UN líder por sobre todos los demás. Un país donde todos creen que todos y cada uno tiene algún poder de decisión sobre la política, sobre las funciones integrales del organismo (individual o colectivo), es como un cuerpo cuyas células se han desmandado y cada una hace lo que quiere, sin importar lo que haga el resto, porque supone que vive en democracia y puede hacer lo que se le dé la gana. Eso se llama cáncer… Hay una idea aberrada de lo que es “libertad”, se confunde con libertinaje. La verdadera Libertad es un estado del Ser, el más preciado valor, pero se sustenta en dos pilares que son Lealtad y Dignidad. La Lealtad humana en su sentido más pleno, es el respeto, el amor y la intención de servicio hacia toda criatura del Universo, incluso si tiene que matar a alguna para proteger al resto. Quien tiene esa Lealtad no duda en matar una araña si debe hacerlo, pero lo lamenta de verdad. Agradece a una planta, sin caer en misticismos, cuando debe cortarla. Vive en armonía con toda la Naturaleza. La Dignidad es el punto de conciencia que le dice que nada ni nadie es “superior” en esencia del Ser, por lo tanto nadie tiene derecho a esclavizarle, humillarle o engañarle.

             Si bien el Hombre se diferencia de los animales y conforma un Reino Natural superior a todos ellos, no está exento de muchas de las fallas que observa en la etología o que considera como cosas “bestiales”. Así que a nivel grupal, aunque haya caído en la barbarie actual, tiene mucho más que dar de sí mismo que cualquier especie animal, sobre todo si estamos de acuerdo con Aristóteles (sobre que el Hombre es un animal político). Pero eso no quiere decir que cualquiera pueda decidir políticamente. En una verdadera democracia hasta los niños deberían saber más de política que los que hoy se llaman “políticos”, pero en esa real democracia no habrían “opinantes” hablando de política en televisión, sino que lo harían los verdaderos políticos.

            De la misma manera que nunca ponemos a un barrendero a “opinar” cómo debería hacerse un puente, ni a un ingeniero le preguntaríamos cómo tratar a un demente, ni le preguntaríamos a un médico cómo se fabrica un ordenador o cómo hacer para que reluzcan los pisos del hospital, es en extremo absurda la idea de que todo el mundo puede tomar decisiones políticas. Ni siquiera puede todo el mundo elegir a quien le represente políticamente en un estrato más elevado que lo local. ¿Puede el voto de un individuo con un coeficiente intelectual de 150, tener el mismo valor de una persona con menos de 100? Si ha pensado que sí, que es justo, entonces apliquemos el mismo criterio a la hora de hacer el edificio donde vive ¿Le preguntamos a todos los futuros vecinos cómo hacer el edificio?  Apliquemos ese criterio en un hospital cuando Usted o un hijo suyo se está muriendo. Le preguntamos a las enfermeras, porque ellas saben bastante, le preguntamos qué hacer a cuarenta médicos de todas las especialidades y ya que estamos al farmacéutico, al anestesista, a los administrativos…

            La persona que tiene dirigir el destino de un país, o tan siquiera el de una tribu, tiene la responsabilidad de que todos vivan sanos, de que todos tengan alimentos excelentes, que tengan una educación que les permita evolucionar hacia una trascendencia y no ser sufrientes implorantes ante una imagen, ni clamando venganza eterna en un muro de lamentos. El líder de un mundo, de un país o de una tribu no puede ser un mentiroso, un ególatra, un hipócrita, un incompetente, un charlatán que promete lo que no cumplirá, que no da respuestas de fondo a los problemas. Ni siquiera debería “haber problemas” si el líder es un verdadero político, salvo los producidos por catástrofes naturales (hoy más que nunca, previsibles), para las que debe tener planes preventivos efectivos. ¿Qué clase de democracia es aquella donde la casi totalidad de los llamados “políticos” tiene todas esas deficiencias antes mencionadas?

            Y lo peor es que no existe ese “líder”, sólo existe en lo visible de la mayoría de los países, un títere mayor, gobernado ocultamente por los usureros. Y detrás hay un “partido”, lleno de parásitos, de fabricantes de leyes con las que someten e inhiben en gran medida la sabiduría innata y vocacional del único estamento éticamente válido: el Poder Judicial. Y aún eso está corrompido en muchos países, al menos en sus estamentos mayores. En una comunidad realmente democrática, los únicos cargos que deben ser por elección directa, son los Jueces, porque son quienes decidirán lo mejor para los demás y porque pueden surgir de la voluntad de sus vecinos, que les conocen y con los cuales conviven. Más adelante comprenderá el Lector el papel del Poder Judicial en una verdadera democracia.

            La política es una ciencia y lamentablemente está tan desvirtuada como la historia, la antropología, la arqueología y casi todas las demás, sumisas a la política del mercado, que siendo la única real en la dinerocracia del sistema, nos muestra el siguiente ejemplo:

            Las empresas funcionan con una única cabeza, aunque (en el caso de las sociedades anónimas) haya miles de accionistas. El directivo de la empresa no es “elegido” por esos accionistas, sino que ocupa su puesto por ser el fundador o heredero con mayoría del capital accionario. O porque aparte de ser uno de los accionistas mayoritarios, ha demostrado ser muy eficiente (astuto, perspicaz, insensible, ambicioso) a un pequeño comité de accionistas, el cual funciona como una especie de poder judicial. Entre el director o presidente y la masa accionista no existe ningún “Poder Legislativo”. Semejante lacra política inhibiría al presidente, al Consejo Directivo y volvería locos a los empleados de todas las secciones. Debería todo el mundo ocupar la mayor parte del tiempo para ir conociendo las nuevas leyes que ese grupo promulgara, modificando los modos de trabajo, en vez de mejorar técnicamente la producción. ¿Qué empresa podría mantenerse con esa estructura?, ¿Por qué no tiene ninguna empresa ese “órgano democrático”?

            Aunque la historia que nos han contado puerilmente diga que se originó en Grecia, han existido infinidad de auténticas democracias a lo largo de la historia desde hace muchos milenios; pero como hemos dicho y repetiremos hasta que el público lo entienda del todo, la democracia no es una forma de gobierno, sino una forma de vida. La democracia se ejerce únicamente cuando el pueblo tiene un grado de conciencia colectiva solidaria y cada individuo un grado elevado de conciencia autónoma. Las democracias han estado vigentes durante el gobierno de grandes reyes, faraones, emperadores e incluso “dictadores”, sin que estos títulos hayan sido obstáculo para el ejercicio democrático.

            Uno de los criterios más contradictorios de los Estados que se supone “democráticos”, es que se le hace suponer al pueblo que tiene madurez para elegir sus representantes, pero no tiene madurez para poseer armas. Así que el Estado (sí, ese Estado traidor o inepto, endeudado por los banqueros), tiene casi todas las armas. Necesita ejércitos supuestamente para defenderse y contrata mercenarios, gente que por dinero matará o morirá donde le manden, pero también se contrata gran cantidad de mercenarios extranjeros ¿Para qué? Pues para que no proteste si el “político” le manda a asesinar a su propio pueblo. Los más poderosos envían las tropas a otros países por “razones humanitarias” que casi siempre encubren meros intereses económicos. Se envían tropas para proteger a sus propios empresarios, en un marco de corrupción internacional de fondo que cuesta infinidad de víctimas.

            Un gobierno verdaderamente democrático no necesita mantener ejércitos permanentes, salvo unos pocos militares instructores; convierte a cada ciudadano en un soldado, armado y preparado para defender su país, a su familia y a su gobierno. Un gobierno realmente democrático no teme rebeliones del pueblo, sino que cuenta con su incondicional apoyo, porque da muestras de verdadera sabiduría, entrega y altruismo desde su mayor responsable hasta el último funcionario. Entonces eso es signo de que el organismo llamado país, Nación o pueblo, vive en democracia, porque si su gobernante no cumpliera con ese auténtico sacerdocio que implica ser un verdadero líder, nada le costaría al pueblo echarlo y poner a otro mejor en funciones. SIGUIENTE PÁGINA…

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