LIBRO ONLINE 08

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El movimiento Ecologénico no se conforma con el estado mental y moral de los “indignados”, sino que debe movilizarnos a todos convirtiéndonos en “determinados”. Debemos extraer las fuerzas de toda la fuerza ancestral, de la necesidad de cambio y de liberación económica, de todos los valores arquetípicos de la conciencia humana y de la nacionalidad que cada ciudadano debe defender cualquiera sea su país, sin temor a que ello implique pérdida de respeto o enemistad con otras naciones. Así como nadie respeta más a cualquier madre que el que ama a la suya, nadie respeta más a otras naciones que el que ama a la propia.

            También la intuición es una fuerza que debe desarrollarse en la masa y especialmente en los líderes Ecologenistas. Y sólo la desarrolla de modo permanente quien medita profundamente en el Amor, guardando la coherencia entre Sentir, Pensar, Decir y Hacer. Mire cada uno en su interior y verá cuánta coherencia tiene en estos cuatros pasos de la realización. Sin duda mejorará su vida quien lo haga, pero el líder Ecologenista, así como un Ejecutivo de Gobierno en una sociedad Ecologénica, debe tener ya resuelto este asunto antes de pretender algún liderazgo. ¿Cómo podría servir al conjunto social alguien incoherente que siente una cosa, piensa de otra manera un rato después, dice otra cosa distinta y hace cualquier otra?

            Así es como tenemos en la Era de la Dinerocracia a una casta política degenerada, cobarde, hipócrita, que en vez de mostrar respeto, vive peleando e insultando a sus colegas, que promete y no cumple, que “gobierna” al servicio de intereses apátridas, que jamás habla de Amor y que probablemente sean muy pocos individuos los que realmente saben lo que es Amor, siquiera en lo personal, ya que hasta el matrimonio es para la mayoría un acuerdo económico, una sociedad comercial, por encima de todo lo demás.

            La cuestión espiritual es la médula del Ecologenismo. En la Humanidad está prefor­mada la totalidad de las aspiraciones de cada individuo, la inexorable homogeneidad de un grupo humano; con la toma de conciencia de que la Constitución del Estado es participativa, no meramente representativa y el Estado debe ser siempre y en todo caso, laico, quedará asegurada la base rectora de la Ecologenia. Los vínculos espirituales más poderosos los da la consciencia y entusiasmo de un Pueblo que siente que cada compatriota es “su familia”, aunque cada uno tenga una religión particular. Gracias a la solidaridad nacional, fundan una comunidad profunda, como ningún pensamiento puede hacerlo.

            El instinto solidario recuperado abre el tesoro y el seno materno de todas las fuerzas fértiles y creadoras. Ahí reside la causa de toda fuerza revolucionaria, y con ello, el nacimiento de una nueva historia. Se debe observar, no obstante:

A) La intuición sin una idea informante es ciega. El impulso instintivo significa en sí mismo solamente afirmación y elevación de la vida. Por eso el nacimiento de bienes culturales necesita la información y sugestión de una gran idea.

B) La intuición es, empero, el presupuesto esencial de la disposición para aceptar la idea formativa.

            En un gran número de intelectuales faltaba este presupuesto. Ellos estaban intelectualmente bien instruidos y formados, pero carecían de la intuición. Por eso, no pudieron muchos de ellos comprender la gran idea del mundo Ecologénico que, sin embargo, han imaginado en sus aspectos tecnológicos, como si la sola tecnología pudiera resolver todos los problemas y dar lugar a la felicidad existencial de los pueblos. Como bien comprobado lo tenemos los científicos prácticos, los sabihondos teóricos son enemigos de los hechos, les asustan cuando no se ajustan a sus mentes cuadriculadas. Lo que precisamos para reorientar el destino de la Humanidad, es Amor, Inteligencia y Voluntad, con una buena dosis del más puro instinto guerrero, que nos permita avanzar a pesar de todas los obstáculos que sin duda pondrán delante nuestro los delirantes de poder que temen perder sus imperios disfrazados, su “tablero de ajedrez” donde nos consideran piezas de su juego, aunque seamos peones, caballos, torres o incluso reyes.

            La Ecologenia es nacionalista y patriótica, tolerante hasta donde lo permite la ética esencial, metafísica sólo en su sentido científico, participativa por sobre la herramienta de las funciones representativas, humanitaria sin caer en el antropocentrismo, ecologista sin absurdos ni fanatismos. Su economía, que llamamos Econogenia, es mera herramienta para el verdadero destino del Hombre, no su condicionante ni su objetivo final. El nombre, la esencia, el contenido, la dirección y el sentido del Movimiento Ecologénico, es algo que los líderes deben tener muy en claro, porque de todas las filosofías y teorías políticas existentes en el pasado, los términos que pudieran ser más apropiados a una expresión política, han quedado ajados por la verborrea de los políticos charlatanes y mentirosos, o adulterados en sus conceptos por tabúes y malversaciones históricas.

            La Ecologenia significa el modo de vida más natural del Ser Humano como comunidad, sin perjuicio de los auxilios tecnológicos; políticamente representa la inserción armónica del individuo en la comunidad, tanto como al medio ambiente, donde encuentran su punto de unión la madre del norte de Rusia, con la niña en Argentina, el hombre que huye de la gran ciudad un fin de semana, con el aborigen que nunca abandonó la Naturaleza. En el fondo, el mismo Amor, aunque se vivan experiencias tan dispares, la misma Inteligencia, aunque uno la use para pagar la hipoteca y el otro para seguir nadando y pescando en el rio, defendiendo como pueda su modo de vida de invasiones de la “civilización”. La misma Voluntad de ser Feliz, cualquiera sea el lugar en que se viva y la diversidad de condiciones ambientales y cualquiera sea el concepto de “Felicidad” o mejor dicho, cualquiera sea la creencia sobre lo necesario para obtenerla. La Ecologenia permite armonizar todas las formas de vida para mejorarlas, las cargas de cualquier clase, personales y grupales para librarse de ellas y -sobre todo- para que la interacción entre individuos y con toda la Naturaleza sea evolutiva y feliz.

            El individuo llega a ser en la Ecologenia, un miembro consciente de una elevada comunidad. Él es responsable frente a la totalidad de su pueblo, de su Patria, ante su conciencia y con toda su voluntad y su acción. La Ecologenia es exactamente lo opuesto, a lo que el marxismo ha caracterizado como socialismo, y todo lo contrario a lo que el liberalismo, con su filosofía  de individualismo, ha insertado en las mentes de la humanidad. No somos como abejas ni como hormigas, pero tampoco somos bichos solitarios compitiendo unos contra otros. Tenemos un espíritu comunitario, si, y debemos ser capaces de matar o morir por defender nuestra comunidad, sus valores y su libertad, pero también somos individuos con pensamiento crítico, analítico, participativo, absolutamente autoconscientes, incapaces de obedecer ciegamente, movilizados y dispuestos a todo no sólo por el ideal Ecologénico, sino por la más profunda comprensión intelectual del mismo y de todo lo que implica. Muchos desean “salvar el mundo” y en su impotencia e ingenuidad, acaban como voluntarios en ONGs manipuladas por los centros de poder económico. Ahora es momento de pasar a eliminar las causas del hambre en el mundo, en vez de alargar las agonías de los hambrientos. Ahora es momento de acabar con las causas del genocidio, en vez de protestar por los que hubo antes y siguen hoy.

            Sólo un verdadero patriota puede merecer un día el título de “ciudadano del mundo” que muchos se adjudican sin detenerse a pensar en lo que están diciendo. Es como decir que puede entrar y salir de la casa de cualquiera. Un Patriota es alguien que lucha por mejorar las condiciones de su propio país, en vez de halagar su ego con excusas de “conciencia” intentando ayudar a otras naciones con paliativos siempre insuficientes. De modo que la Ecologenia no ataca los síntomas y las miserias producidas por los planes de control mundial, sino que ataca las causas de la enfermedad social, y lo hace principalmente con el ejemplo. Ya habrá tiempo de prestar ayuda a otras naciones, pero ésta no será como paliativo -salvo en los desastres naturales- sino políticamente, ayudando a establecer Gobiernos Asamblearios, Ecologenistas, liberándolos de las farsas de los partidos de las falsas democracias, pero primero, cada uno tiene que poner orden en su propia casa, en su propia Patria…

            La Ecologenia no es “caritativa”, no busca dar paliativos transitorios, ni creará hospitales sólo para mantener millones de enfermos que sigan llenando las arcas de los mercaderes de la medicina mortal, sino que debe hacerlo para atacar las causas de las enfermedades. Para ello, el Programa Ecologénico incluye la renovación de la medicina, la abolición de la alopatía comercial a ultranza (sin pérdida de la parte de la alopatía que realmente sirve). No se trata de mantener manicomios, para ocultar a los ojos del pueblo las víctimas de un desvarío económico y de la psiquiatría oficial, que considera al hombre una máquina pensante que se arregla con pastillas. Para nosotros se trata más bien de erigir un orden económico que haga escasas y puramente accidentales esas víctimas, y que el entusiasmo y la orientación vocacional, unido a la seguridad existencial eliminen el cuadro estadístico de “deprimidos” y de los “parados por causas médicas”, a menos que realmente existan esas causas y que serán reales en un ínfimo número si se quitan las lacras económicas de la sociedad.

            Por eso la Ecologenia no parte de la compasión ni de la misericordia, no reparte limosnas ni habla de los sumergidos sociales, sino que da derechos y reconoce reclamaciones. No espera el agradecimiento de quien ha recibido un derecho, sino que insta a los individuos a participar y ganarlo.

            La Ecologenia creará nuevamente para la totalidad del mundo ‑no para una clase‑ un aprovechamiento óptimo del espacio vital para su desarrollo y poderío público, con la mayor inteligencia técnica y política sobre el medio ambiente, con un reparto justo de las tierras, sin que ello sea obstáculo para la existencia de la propiedad privada. Pero también considerando ayudas para que los propietarios no deban abandonar sus terrenos, para que no estén infértiles, abandonados y -como ha ocurrido hasta ahora en muchos países- cargados de tal atraso impositivo que acaban en manos de un Estado que no sabe qué hacer con ellos. En la Ecologenia, como ya se ha explicado en anteriores libros, no existe el “impuesto a la propiedad” y prácticamente ningún impuesto, porque que el Estado no es una “empresa” ni un tirano feudal, sino desde el punto de vista económico, quien controla y fabrica el dinero necesario para aceitar la maquinaria social, que se mueve con la energía del trabajo, no con la droga del dinero usurario.

            La Ecologenia contiene como trazo esencial, el rechazo de la internacional y del liberalismo, el retorno a la tradición popular más pura y libre de fanatismos, la reinstalación de la autoridad democrática sustentada por la conciencia y el consenso participativo, la comunidad como punto de partida fundamental para la consideración total de la vida. La sociedad, la economía y el derecho se estructuran según los principios de la justicia social. Una enérgica política externa procurará la realización de todas las exigencias en el exterior y la difusión de la Ecologenia, respetando cada idiosincrasia y sin imponerla jamás por la fuerza como lo hiciera el marxismo con el resultado de cincuenta millones de muertos, o el liberalismo con muchos más muertos, especialmente de hambre. Nada hay más fuerte y permanente en el tiempo, que el ejemplo; y las armas no deberán ser más que para defender la Patria de cada uno, ni para invadir a otras.

            El sentido de la Ecologenia es nacional con el ímpetu total de una nueva experiencia de antigua y oculta esencia, porque procura aquella forma de vida a la que todo individuo y todo pueblo han aspirado siempre. Los que colaboran en la creación y construcción del Estado, que son la totalidad de los ciudadanos, no pueden recibir una limosna social en el mejor de los casos, sino que el Estado como tal, tiene el deber de preocuparse de todo lo que sus miembros puedan necesitar. Es imposible en un Estado Ecologenista que existan parados por falta de empleo. Donde hay personas que cobran sin trabajar, lo malo no es que cobren, sino que no trabajen, porque ello constituye una aberración única y exclusiva de la civilización del mercado y a partir del marxismo o del falso socialismo que sirve al liberalismo sólo con el nombre de algunos partidos y algunas de las peores medidas del marxismo.

            Pagar a la gente que no trabaja es degradante para el Estado que se evidencia como un grupo de ineptos para la política y hasta para la simple administración de los recursos materiales y humanos (cuando no directamente cómplices de la esclavista sinarquía internacional), y más degradante aún lo es para el individuo, al que la estupidización televisiva (causa del embrutecimiento político y social) ha tornado incapaz de auto-gestionarse y espera que “papá Estado” le de todo servido.

            Desde el punto de vista económico procura el Ecologenismo una economía que cubra todas las necesidades y puede hacerlo con más abundancia y variedad que los mercados actuales, pero con acceso a las mejores calidades para todos los ciudadanos.

            ¿Qué hay que cambiar para hacer realidad estas cosas? Puede, como toda la Ecologenia, parecer una utopía a las mentes débiles y a los esclavos cómodos, pero la clave no es tan difícil de entender: La economía ha sido en el último milenio o poco más, una procura constante de “rentabilidad” en vez que un servicio para la producción de bienes y servicios. Es preciso hacer desaparecer ese impulso en la mente de los economistas, productores y profesionales, pues no vestimos con dinero, sino con telas, ni comemos ensaladas de billetes, sino de vegetales y productos animales, ni bebemos caldo de monedas, sino leche, vino, agua y mil líquidos más que -como todo lo anterior- no se produce gracias al dinero, sino al trabajo del campesino en primer lugar, luego de los que manufacturan, la industria y finalmente, gracias a la distribución que hace el comerciante. Cuando cada uno haga su trabajo sin cargas impositivas, con guía vocacional, con la cibernética aplicada a la distribución y -sobre todo- sin tener que pensar en la “rentabilidad” particular, la abundancia de recursos obligará al Estado a reducir las horas de trabajo y orientar más el ocio hacia actividades de crecimiento espiritual, cultural y deportivo.

            La Econogenia, como parte de la Ecologenia, es primero, un hecho necesario y luego una teoría, porque se trata de recuperar los más elementales derechos del individuo y de la sociedad, aunque para realizarse dicha teoría deba estar bien clara en la mente de los ciudadanos. Es primero una fe en el “sí mismo” de cada uno y después un conocimiento, porque cada ciudadano debe aprender a imaginar el mundo Ecologénico y disfrutar emocionalmente desde el momento mismo en que comienza a comprenderlo,; primero una intuición que nos lleva a ver la realización de nuestros mejores sueños y luego un sistema teórico aprehensible por la razón.

Capítulo Tercero
ELEMENTOS DEL MUNDO ECOLOGENISTA

            La Ecologenia es una concepción del mundo, la única sana y natural que existe, no es sólo una teoría política. Comprende por igual a todos los hombres que comparten con su más íntima disposición esta cosmovisión, la ubica en una comunidad orgánica participativa y rescata los valores que cada uno puede aportar para el conjunto.

l.- La Econogenia es un reencuentro con la economía natural;  y por esto es una corriente contraria al liberalismo, marxismo y ajena al racionalismo materialista a ultranza. El hombre es productor y consumidor en la medida de lo natural, pero esos aspectos sólo deben servir al Ser que Es, al Hombre como criatura feliz en un Universo Armónico.

            Liberalismo y marxismo, así como todos sus derivados o mejor dicho “fantasmas ideológicos”, son lo contrario a lo que el Hombre realmente Es; por ello serán severamente combatidos. También se dirige el Ecologenismo contra el falso racionalismo cartesiano mal entendido, de los que se dicen “escéptico” y sólo mantienen teorías sin práctica y desdeñan las capacidades superiores de la psicología humana; se debe combatir ese falso racionalismo que anula la imaginación de las masas por un lado y las pervierte por otro con toda clase de banalidades comerciales manipulando sus emociones.

            Está sobreentendido que la cosmovisión Ecologenista y su programa, destaca inequívocamente el respeto ante todas las confesiones y creencias religiosas, aunque las separe definitivamente de todo poder sobre el Estado, porque es la única forma de que exista una verdadera Libertad de Culto.

II.-  La Ética: Su esencia es el Respeto y es esencial en la Ecologenia, que la concepción del mundo, destaque ante toda la ciencia, el valor del carácter espiritual humano y del sentimiento de Amor que debe movilizar todo quehacer en la comunidad. “La vida es el mayor tesoro, sólo cuando se la vive dignamente; la Patria y su suelo no pueden ser manejados económicamente por poderes privados, el honor, comprendido como Lealtad y Dignidad en equilibrio -cuya resultante es la Libertad-, es más valioso que los más altos dividendos y el pueblo está por encima de la suma de todos sus negocios” (Robert Medrojo).

III.- Individuo y colectivos: La humanidad está compuesta de tres razas básicas: Amarilla, Aria y Negra. Las sociedades actuales se encuentran mestizadas hasta en un treinta por ciento en los países más desarrollados y casi un cincuenta por ciento en el continente americano. Además, merced a la interacción comercial, social, educativa, etc., hoy no cuenta casi ningún país con la posibilidad de unificación por colectivos raciales para llevar adelante un plan coherente en base a valores de alguna raza predominante (depende del país). Podría ocurrir en África, donde algunos países son de raza Negra en mayorías casi totales, pero sus diferencias étnicas y culturales hacen imposible un plan coherente basado en la raza. Por el contrario, los intentos realizados en todo el mundo, han acabado en masacres, en “limpiezas étnicas” criminales. Pero existen diferencias culturales a respetar, si queremos que los diversos colectivos convivan armónicamente. Al mismo tiempo, es preciso rescatar y educar sobre la características espirituales y psíquicas comunes a todos los seres humanos, para que la sociedad global se reencamine y comience una etapa evolutiva.

            Existe un determinado espíritu creador en cada colectivo y la Ecologenia debe extraer de cada uno, como de cada individuo, lo mejor que pueda aportar al bien común. Es preciso aprender -tanto pueblos como individuos- que el Respeto es la forma más necesaria para la supervivencia y que siendo la forma más básica del Amor, es el primer paso para establecer la convivencia tan armónica que todo el mundo sueña. La subsistencia del Hombre como especie sobre la Tierra, depende de que esto deje de ser una utopía en la mente de las mayorías.

IV.- La Cultura en un Medio Econogénico. Todo pueblo e individuo tiene una capacidad artística, alguna inclinación cultural. Rescatar esas cualidades en cada persona, dan dos resultados: El primero es que unos tendrán en su expresión artística su auténtica vocación y serán sin duda los mejores y “famosos”. A diferencia de los modelos del mercado, usados para condicionar y dirigir a las masas hacia tendencias convenientes a los poderes fácticos, estos artistas brillarán por sí solos, no precisarán de la publicidad. El segundo resultado es que todos los pueblos tendrán más o menos sus expresiones populares, las que determinarán “nuevas tradiciones” que van a rescatar los arquetipos más puros que cada colectivo tenga. En algunos lugares la expresión “folklórico” se usa ya como despreciativo, sinónimo de caduco, obsoleto o pasado de moda. Los folklores, que en realidad son la expresión del espíritu colectivo y todos sus valores, han sido destruidos a conciencia para someter la mente de las masas al materialismo. Destruir los folklores, las obras clásicas en cualquier expresión, ha sido un hecho a conciencia, porque para someter a un pueblo, hay que destruir su espíritu. Y ello se ha logrado destruyendo sus canciones, sus danzas, sus rituales, su arte ancestral.

            Si bien muchas “tradiciones” son en realidad dañinas por estar durante siglos (o milenios) enquistadas en la sociedad, los folklores deben rescatarse para preservar las tradiciones anteriores, primordiales y puras que todo pueblo tiene. Sólo un buen desarrollo cultural, libre de las lacras del mercado, puede realizar tal obra.

            El “pueblo” es más que la suma de los individuos que hoy viven: es la cadena de generaciones que comienza con el devenir del pueblo y se extiende a las generaciones que aún no han nacido, pasando sobre el presente hacia el futuro. Por lo tanto, debemos considerar y rescatar los valores ancestrales porque no son herencia sólo nuestra, sino de nuestros descendientes, al mismo tiempo que tenemos la obligación ética (y más o menos el deseo en muchos) de forjar las bases de un porvenir evolutivo para nuestros sucesores.

            El hombre individual es un miembro cultural, económica, social y biológicamente ligado a una comunidad, con la que tiene obligaciones a cambio de todos los beneficios que el conjunto produce.

            El Estado es la forma de organización de un colectivo nacional, un medio para la afirmación y desarrollo de la unidad del pueblo. Todos estos conceptos deben ser sostenidos y alentados por las expresiones artísticas, y en realidad todos los folklores lo expresan de un modo u otro.

 V.- Las Razas:  Cada una es diferente, cada una tiene valores que las demás pueden apreciar y deben respetar, en vez de conseguir la homogeneidad total en base a la mestización, como pretendieron los antropólogos esbirros del mercado. Hoy más que nunca se aprecia lo heterogéneo que resulta la sociedad humana. Por un lado, existe en este proceso un coste biológico e intelectual que pagan innumerables seres humanos de diversa manera, pero por otro lado hay un efecto reactivo, que obliga a individuos y colectivos a luchar con todas sus fuerzas para librarse de las cadenas impuestas por la economía usuraria, la perversión de las artes, los engaños políticos y la idiotización masiva.  La heterogeneización de la humanidad ha dificultado su control según los planes metapolíticos de los siglos XIX y XX, ya que suponían y hacían suponer que las mestizaciones producirían un “todos iguales”. Les ha salido al revés. No obstante, en algunos países el cuidado de la raza que lo ha formado puede resultar de vitar importancia a sus líderes.

            Toda la situación ha obligado a los “poderosos” a adecuar sus planes mediante muletas tecnológicas para acentuar el control (cámaras de TV en todas partes, controles extremos en los desplazamientos, terrorismo prefabricado, chips y microchips, etc.), pero a pesar del coste biológico causado por la mestización, buena parte de la humanidad ha comenzado a buscar los valores que están más allá de la raza, más profundamente enraizados en el Alma, que le conectan con los demás, de modo que cada persona y cada colectivo deben tomar conciencia Ecologénica, seguros de que mientras más profundamente se bucea en las características humanas, más afinidades se encuentran en individuos de cualquier raza.

            Las peores diferencias se encuentran en los arquetipos que algunos colectivos poseen, los cuales les impelen a ser esclavistas. Allí es donde las diferencias son insalvables y los pueblos deben aprender a diferenciar a los verdaderos enemigos, que serán quienes les azucen contra otras naciones  -tal como ha ocurrido desde hace milenios- a fin de sacar ganancias y ventajas de los conflictos.

VI. Las Ideologías: En el fondo, todos los seres humanos tenemos problemas existenciales idénticos, sentimientos parecidos respecto a algunas cosas e iguales en la mayoría de asuntos básicos; todos tenemos los mismos problemas globales, los mismos peligros, el mismo y profundo deseo de libertad, iguales ideales de justicia, el mismo Dios aunque mentalmente se conciba de infinitas formas diferentes. Sin embargo, el método pretendido para concretar esos ideales, ha causado las peores guerras.

            Motivados por los intereses de poder, los esclavistas de todas las épocas han mantenido en secreto su “ideología” particular y sus planes; los han ejecutado muy astutamente, impulsado a los pueblos a resaltar diferencias e intentar dirimirlas mediante guerras. Antiguamente y en la actualidad, por medio del fanatismo religioso y/o con pretextos económicos, pero las peores guerras del siglo XX -con excepción de las dos guerras mundiales- han sido promovidas mediante la burda “diferencia ideológica” del comunismo y el capitalismo. Este último, aderezado con el eufemismo de “liberalismo económico” o “libre mercado”. Las dos guerras mundiales, en cambio, se debieron a dos intentos (o prácticamente realizaciones) de abolir la usura. Hoy ese riesgo se ha minimizado por el hartazgo y desengaño de las sociedades, respecto a las maravillas ofrecidas por las supuestas democracias y por ambos extremos ideológicos.

            Lo que ahora pretenden los metapolíticos de la banca internacional, desde inicio del s. XXI, es el enfrentamiento de las sociedades islámicas con las cristianas, pero el fantasma de “la  derecha y la izquierda”, sigue pululando entre las naciones, a fin de mantener el juego que les permite usar a las castas políticas, infiltrar a sus lacayos en los partidos y finalmente en los gobiernos cuando necesitan tomar las riendas directamente.

            No obstante, el objetivo del juego de ajedrez global de estos maquiavélicos sujetos, es la eliminación -de una forma u otra- de una gran parte de la población mundial, porque el sistema actual es ecológica, económica y demográficamente insostenible, incluso si la humanidad dejase de reproducirse. La Tierra puede albergar muchísimos miles de millones más, de personas en condiciones óptimas de vida y evolución, pero ello requiere el abandono del poder de quienes lo detentan…

            La  Ecologenia no es una “ideología” sino Conocimiento puro de la Naturaleza y su aplicación en la política humana; tiene por objeto abrir los ojos de la humanidad respecto a esta triste realidad global generada por el esclavismo, pero pasando inmediatamente a la acción pacífica y firme, mediante el establecimiento del sistema asambleario (Ver “Constitución Asamblearia”), presentando un plan que permite, sin permitir que el problema demográfico acabe con el ecosistema, dando un desarrollo sano de la presente y futuras generaciones. El Plan incluye “Econogenia”, es decir una economía científica, ecológica y demográficamente aplicada, adecuada al propio Ser Humano, pero la economía no constituye en si misma una ideología ni la base ideológica fundamental como en el comunismo o el capitalismo.

            En la Ecologenia, la Econogenia es mero instrumento científico al servicio de un ideal superior, una herramienta que forma parte de una cosmovisión donde el hombre es un elemento más en la evolución de los Seres y de la Naturaleza toda. El “humanismo” de Silo resulta ser un antropocentrismo, que considera a los demás seres (animales y vegetales) como “objetos” dados por Dios para ser dominados por el hombre.

            La cosmovisión Ecologénica considera al hombre como un Reino Natural mayor (que no “superior”) en evolución respecto a los otros Reinos conocidos, que llamamos “Menores” -que no “inferiores”-  (mineral, vegetal y animal) y no descarta la posible existencia de Reinos Naturales Mayores al Hombre, pero no basa en suposiciones espirituales la seguridad, salud, armonía, abundancia y felicidad para la sociedad humana.

VII Los Conceptos: Por lo tanto, la Econogenia es una forma de economía que concuerda y sirve a la Ecologenia, por lo tanto, incluye:

1) El respeto a la ecología y sus leyes,

2) El respeto a todos los seres -animales, plantas y al planeta mismo, dentro de un orden natural.

3) El control demográfico Sobre este tercer punto existe una gran cantidad de información, cuyos detalles básicos ya doblarían el tamaño del presente libro, por lo tanto queda para otro volumen, pero no debe confundirse este control demográfico con la eugenesia practicada en algunas épocas, y menos aún con la política de genocidio controlado que hoy mismo se realiza, mediante la pauperización de las naciones, guerras, hambrunas y la preparación de un genocidio biológico de activación a largo plazo, tal como ocurre con algunas vacunas, aplicaciones nanotecnológicas y microbiológicas por medio de fumigaciones encubiertas (estelas químicas).

4) La ciencia sin dogmas, sin intereses personales curriculares ni -menos que menos- económicos para los particulares. Los científicos de la civilización del mercado pueden creer que esto les limitaría en sus desarrollos, sin embargo, muy por el contrario, la Ecologenia y la Econogenia permiten a cualquier civilización inteligente una expresión plena, constante, casi infinita de todo su potencial científico, ya que sus investigaciones no dependerán de un particular interesado que les subvencione, sino de todo un Estado que al mismo tiempo que les ayuda y provee, vigila su desarrollo ético.

5) Trabajo vocacional: La distribución del trabajo por estricta adecuación vocacional, así como -más estricta aún- selección por idoneidad, en todos los cargos de cierta responsabilidad, que no admitan ni mínimas falencias. La vida del ciudadano Ecologenista ha de ser una permanente satisfacción, gracias al trabajo que satisface no sólo su economía personal, sino su Alma, su intelecto, sus necesidades de expresión creativa. En la Naturaleza existen patrones numéricos infalibles, y esto es totalmente válido en la distribución estadística de capacidades, talentos, habilidades y todo el conjunto de factores que hacen a la vocación como parte esencial de la naturaleza humana. Puede que un colectivo se destaque especialmente en algo, pero todo conjunto de personas aumenta su efectividad en la supervivencia, en la vida normal y en el desarrollo de su sociedad, mientras mejor distribuidas estén las funciones que se requieren. Una sociedad esclavista acaba siempre en auto-extinción, incluso cuando no existen posibilidades de rebelión.

            En cambio, una sociedad vocacionalmente organizada, alcanza niveles de eficacia productiva en todos los órdenes, que apenas pueden imaginar las sociedades desorganizadas en la vocación, ya sea por estar sometidas al dinero o por simple ignorancia política de sus dirigentes, respecto a esta cuestión.

            Existen trabajos para los que aparentemente no hay ninguna persona con vocación para ellos, sin embargo, estas tareas, por duras que sean, por riesgosas o desagradables a la mayoría, son realizadas siempre por quienes encuentran en ellas algún tipo de motivación. A los psicólogos y organizadores laborales corresponde la tarea de ubicar a las personas en el trabajo que les resulta más acorde y satisfactorio.

6) Recuperación histórica: La historia ha sido tergiversada a tal punto merced a los intereses fácticos, las dictaduras académicas y las malversaciones literarias, que será arduo el trabajo de recuperar, mediante interdisciplinaria intensiva, las realidades históricas que contienen infinidad de valores. Este libro, como todos los relacionados a la Ecologenia, es en gran parte producto de esa recuperación, ya que se ha ocultado con firme intención una gran cantidad de cosas sobre las pasadas civilizaciones, cuyos ejemplos debemos seguir. Hay infinidad de asuntos científicos de altísimo valor que deberíamos heredar de las culturas antiguas, pero no es posible cobrar dicha herencia cuando se nos hace creer que todos los antiguos fueron brutos, violentos, degenerados, torpes, faltos de ingeniería o medicina.

7) Equilibrio entre individuo y sociedad: La civilización del mercado ha ido socavando los cimientos morales y espirituales de todos los pueblos, convirtiendo sus motivaciones y valores en simple necesidad obsesiva de ganar dinero. Ha convertido al individuo en simple número, en masa productiva y consumidora, y al mismo tiempo lo ha aislado de sus semejantes como ningún otro lo ha hecho en la antigüedad. Las personas no ven en otras personas a Seres Humanos, sino como “compañeros de trabajo” que hay que aguantar, como proveedores o como clientes, a los que hay que exprimir. Todas las ideas de conveniencia de la mayor parte de la gente fueron quedando en el ámbito estrictamente económico, mercantil, monetario. Lemas nefastos como “tanto tienes, tanto vales” y otros por el estilo, dichos en principio como denuncia, fueron quedando como axiomas sociales, como tópicos públicamente aceptados y prácticamente indiscutibles.

            El Ecologenista tiene la magnífica y desafiante tarea de entender para luego difundir, la idea de que lo bueno, lo realmente válido, es lo que sirve al desarrollo de la vida, más allá de individuo, porque sólo lo que es bueno para el pueblo, a través de las generaciones, es lo que garantiza el bienestar material y espiritual del individuo actual. No puede ser bueno para nosotros hoy, aquello que su uso actual pueda resultar una lacra para las generaciones venideras. Los valores naturales y el concepto ético de lo bueno y el bien, son eternos.

8) Medicina avanzada:
         Los pueblos de los países más “desarrollados” aparentan estar menos dañados biológicamente, pero en realidad se sostienen mejor merced a una alimentación más variada y un mercado de medicamentos asombrosamente denso. Es raro encontrar alguna persona que no consuma al menos un medicamento habitualmente y la gran mayoría tiene en sus mesas de luz más de cinco medicamentos. En la Ecologenia, la medicina considera a la alopatía, sólo una alternativa terapéutica más. Por otro lado, la producción de medicamentos y el control general de la sanidad, siendo tan estratégica, debe estar en manos del Estado Asambleario, para que cumplan con las máximas exigencias académicas y prácticas, en contante actualización. El Estado se asegura que sólo los que tengan auténtica vocación ocupen las carreras en la totalidad de las profesiones. Esa es la razón por la cual un país con mínimos recursos, una población heterogénea, y poco territorio, podría desarrollarse igual a la mayor potencia en territorio y población.

            Merced a las drogas, la alimentación deficiente, la comida basura, el abusivo consumo de flúor, la estafa mundial de las vacunas y otras sustancias que lentamente van minando la salud física y mental, el porcentaje de personas normalmente desarrolladas y sin taras físicas o psicológicas, no supera el cinco por ciento de la población en la mayoría de los países actuales. Las personas con desarrollo óptimo, es decir con coeficientes intelectuales superiores a 125 C.I., estado de salud perfecta y psicología noble, son auténticas excepciones. Ya se empezó a criticar a la Ecologenia por “hacer juicios de valor” (críticas anónimas, claro). ¿Es un “juicio de valor” injusto cuando un médico hace un diagnóstico? ¿Curaría a alguien si existiesen prejuicios al respecto? La real respuesta es que los “juicios de valor” como si fuesen una actitud insana, son parte de la charlatanería política inducida a las masas para activar sus prejuicios a conveniencia de los tiranos de la dinerocracia. Siempre juzgamos, y no podríamos vivir ni convivir si no hiciésemos toda clase de juicios, al margen de que condenemos o no, que lo digamos o no, que actuemos o no según esos juicios.

            La enseñanza política no debe renunciar en el futuro a la intervención en el perfeccionamiento biológico de la humanidad, haciendo uso de la ciencia pero con una ética intachable y sin intervención de las creencias religiosas. De lo contrario, el pueblo mundial estaría constituido en unas décadas más, por gente absolutamente esclava, incapaz de pensar, de razonar, controlada mediante chips o medicamentos, cosa que ya ocurre en buena parte del Europa, USA, Canadá y muchos países de Latinoamérica.

            Ante esta realidad, resulta imperiosa la necesidad de intervención de la medicina de la Ecologenia para reorientar la evolución humana. Desde el punto de vista económico, los pueblos actuales en su condición de enfermizos, atontados por la mediática y las drogas, sólo pueden servir a intereses esclavistas y esta mejora médico-social es posible que resulte ser la parte más difícil y compleja del plan Ecologénico, sobre todo si consideramos la información existente sobre las fumigaciones globales, los planes de control demográfico por exterminio progresivo y discreto que llevan adelante los dueños del sistema, y su arma más desconocida por las masas y apenas comprendidas por los colectivos científicos que no son cómplices: la nanotecnología.

            Una sociedad enferma, es deficitaria y su desarrollo es entrópico, involutivo. En cambio, una sociedad sana, sin duda produce superávit y su evolución económica es el medio (que no el fin) para su evolución auténtica.

9) Espiritualidad, ética y militarismo. Los conocimientos biológicos y científicos en general relacionados con la espiritualidad y la psicología Trascendental (también llamada “Catártica”) deben ser enseñados desde las escuelas primarias. Antes que formar “buenos profesionales”, hay que hacer de los niños “buenas personas”. La ética, aún siendo discutibles algunos de sus aspectos, dependiendo de las culturas, es básicamente “respeto”, de modo que no es difícil crear un plan de enseñanza sobre ética. En cambio, sobre moral, sólo se podrá desarrollar de modo paulatino, respetando los credos religiosos y usando las herramientas que hay en este campo: Psicología Junguiana, Dianética (que no el método empleado por la Iglesia de la Cienciología, con la cual la Ecologenia no tiene ninguna relación) y mediante la aplicación de la versión mejorada del junguianismo: la Psicología Trascendental.

            Es necesario recuperar en esa educación, el verdadero Espíritu Guerrero, el espíritu heroico, degradado y desviado mediante la violencia extrema de la cinematografía, los juegos electrónicos y otros medios. El militarismo ha sido lo único que ha mantenido a los pueblos, a salvo de la esclavitud, aunque también el esclavista use la disciplina militar -especialmente con engaños- para someter a las masas. La cuestión no es si el militarismo es bueno o malo, sino que, como la economía, es una herramienta para defender y beneficiar a los pueblos, o se usa para todo lo contrario. El mercenarismo es una forma de prostitución del Guerrero. Va la guerra por dinero y ya no es Guerrero, sino un idiota violento al servicio del esclavista. El Guerrero auténtico sólo obedece ciegamente en una situación determinada, cuando ha conocido y conoce muy profundamente a su superior, a tal punto que daría la vida por él y por los ideales que su ejército representa. Nada tiene que ver el auténtico militar, con lo que la mediática ha inculcado a las masas “pacifistas”, o a los que ocultan su cobardía y pusilanimidad tras la bandera de la paz. La paz del esclavo no es paz, sino una guerra contenida.

            Los mismos que se divierten “matando miles de enemigos” en la virtualidad, echan pestes sobre la disciplina militar, los ejércitos y las virtudes del carácter militar. El militarismo heroico que sigue siendo símbolo de los máximos valores, sólo se ve en algunas películas y videojuegos, pero los jugadores no tienen idea de la esos valores, virtudes y actos en la práctica. ¿Qué virtud se puede enseñar en cuanto a que mientras más mates, más puntos obtienes? ¿Qué sabe el ludópata de videojuegos de guerra, sobre el altruismo que debe tener un Guerrero para arriesgar o sacrificar su vida para defender la de otros? ¿Qué sabe el que sólo conoce a los militares por las películas o los documentales, de las guerras heroicas que formaron y libertaron sus Patrias?. La versión detestable del militarismo, inyectada en la mente de los pueblos mediante la manipulación internacional de los ejércitos de mercenarios, nada tiene que ver con la realidad. Hay gente que de ningún modo está preparada para una formación militar, no está su naturaleza. Sin embargo, todos los que han hecho el servicio militar cuando era obligatorio, aún no estando en ninguna guerra y a pesar de la dureza de la experiencia en algunos casos, cuentan esa época con orgullo. Para la mayoría, sin duda la época de la vida que más sano orgullo les produce, al margen de todas las demás consideraciones y críticas que puedan hacer de sus mandos, del sistema político en que vivieran, y al margen de algunos excepcionales casos de “trauma militar”, en todo caso mucho menores que los traumas laborales que sufren hoy millones de personas, que hasta se lastiman a propósito para no volver a trabajar y cobrar una pensión.

            El sentido del militarismo por el cual debe ser conocida la Ecologenia ante el mundo, no es organización para la destrucción y la muerte sino, virtud guerrera y de lucha como salvación y ordenamiento de la nueva vida, de una Nueva Humanidad. De lo guerrero nace el sentimiento y la potencia espiritual. De tal espíritu creó Beethoven su tercera sinfonía, “La Heroica”, de tal espíritu nacieron sus palabras: “fuerza es la moral de los hombres, lo que los caracteriza ante todo”, y: “Quiero agarrar al destino por el cuello”. Esto no implica ni remotamente un odio hacia otros pueblos, sino la preparación para los mejores resultados en la búsqueda de la Trascendencia ética y espiritual de todos los individuos, así como una capacidad auténtica de supervivencia, de convivencia en situaciones difíciles y defensa nacional en caso de que grupos esclavistas (interiores o extranjeros) pretendan destruir el Sistema Asambleario y la Doctrina Ecologénica.

            Una construcción de cualquier cosa, llevada con disciplina militar por jóvenes bien alimentados e instruidos, amantes de su Patria y arquitectos militarmente formados, harán mejores tareas, en tiempos extremadamente inferiores, con menor personal y con costos también inferiores. Los ejércitos en la Ecologenia, sin perjuicio de su preparación bélica, deben servir para construir, más que para destruir.

10) Reforma agraria y urbanística: El suelo de la Nación no es una mercancía ni un simple factor de producción, sino un pedazo del universo, condición indispensable para la vida del pueblo que, en la mayoría de las Patrias, fue defendido en sus fronteras, con sangre y sufrimiento a través de generaciones.

            Sin que deje de existir la propiedad privada, el Estado tiene la obligación de hacer que el suelo rural permita la alimentación de la población, a la vez que absorba los excesos poblacionales que existe en las ciudades. Por eso es preciso efectuar una reforma agraria de tal magnitud en casi todos los países del mundo, a fin evitar el abandono de las tierras, las aberrantes deforestaciones masivas y la injusta carencia habitacional que millones de personas sufren. El uso de agroquímicos anti-ecológicos debe prohibirse, toda vez que existen técnicas de aprovechamiento de la biomasa para abono, así como defoliantes, insecticidas y medicamentos para vegetales, de origen mineral y muy bajo riesgo por toxicidad.

            Debe recuperarse la agricultura biodinámica, la huerta ecológica y debe eliminarse de la faz de la Tierra el terrible baldón de los transgénicos, que amenaza con provocar hambrunas globales como nunca antes se han conocido.

            De modo que las reformas agrarias no van sólo en el sentido del suelo y su reparto social, sino también en la forma de usarlo, tanto por los particulares como por el Estado mismo. Además, la reforma agraria incluye una educación social masiva respecto al papel del campesino, que lejos de ser una clase menor entre las clases, es uno de los generadores esenciales de la fuerza económica y fuente de la riqueza más legítima. En realidad, es la piedra angular de la estructuración del Estado Ecologénico.

            La agricultura es históricamente, el fundamento de toda la economía. Pueblos de elevada cultura caen finalmente en la decadencia y la ruina cuando descuidan la protección de sus tierras de cultivo, y se empeñan engañados por los esclavistas, en la caza del oro, el cada vez más costoso comercio mundial, y el internacionalismo. Sin la protección inteligente y adecuada del suelo patrio, ninguna Nación prospera y su pueblo acaba en la desintegración.

            Si bien la Econogenia propende a la eliminación de toda forma de impuesto, carga o punición económica a ciudadano alguno, es absolutamente prioritario que el campesinado sea liberado de toda carga impositiva y -por el contrario- sea económicamente ayudado para producir y progresar. Es preciso crear una Ley de afirmación y mantenimiento de la propiedad rural, ya que la subdivisión por causas de herencia o por venta a causa de improductividad, implica una pérdida de la capacidad socio-productiva del campo. De modo que la propiedad productiva ha de mantenerse como patrimonio familiar en manos de los que la trabajan.

            Un aspecto importante de la reforma agrícola, es planificar la producción para autoabastecimiento muy completo en cuanto a alimentación, por parte de cada comunidad. La diversificación agronómica y ganadera permite fortalecer a los pueblos, asegurando su subsistencia y progreso sin los riesgos y perjuicios que produce la monocultura agrícola a la Nación, en beneficio exclusivo de los intermediarios y especuladores.

            Más allá del autoabastecimiento de alimentos, debe lograrse un retorno a las fuentes nacionales de materias primas, con el objeto de crear trabajo, en tanto ello no dañe el conjunto de la economía, y sea factible y conveniente. Cada pueblo debe ayudarse a sí mismo, alimentarse por sí mismo, y abastecerse; sólo así logrará nuevamente la libertad exterior y podrá asegurar trabajo a sus compatriotas, y con ello, la posibilidad de mantener su vida y su progreso.

            Una política de colonización planificada dará a una gran parte de la población, nuevamente, el sentimiento del suelo patrio, y permanencia en la tierra. Respecto a las leyes de urbanización y distribución del suelo, caben algunas reflexiones importantes ya hechas en anteriores páginas.

VIII. La Ciencia Política    
1. Toda ciencia es ciencia política, es decir, debe servir a la vida y a la educación del hombre nacional, democrático y político por participativo y consciente, conocedor de al menos las bases primordiales de la política como ciencia derivada de la psicosociología pero aplicada plenamente en el terreno práctico.

            Los libros de Ecologenia deben tenerse como manuales de estudios desde el primer año de la escuela secundaria, aunque sus bases se enseñen antes, adecuadas a la escuela primaria. Puede que ahora, tan actual y hasta rompedor de esquemas, quede como libro de historia. Pero serán de enseñanza constante por generaciones, porque aunque muchos cambios induzcan a nuevas cosmovisiones, esto es como las cuatro operaciones de la aritmética. Habrá avances científicos también en política, ya que el Ser Humano es, como todas las criaturas, evolutivo y la política se adaptará a su evolución.

            La cultura, la ciencia y la civilización deben colaborar en la realización de la nacionalidad, porque sin ella como premisa, es imposible aspirar a una política mundial digna de seres humanos. El problema de la ciencia depende del hombre y su carácter. Los intereses egoístas, el miedo, el fanatismo y otras causas psicológicas en individuos y en colectivos, han ido ralentizando el avance de las ciencias. Goethe decía que “Solamente es verdad lo que es sanamente fructífero”.

2. Todos debemos colaborar. Los representantes de la cultura, en especial los políticos, sabios, artistas, profesores, así como todos los que tienen buena voluntad, deben colaborar en la constitución y elaboración de una “Cultura Ecologenista”.

            La fuerza impulsora y las ideas que conforman el futuro están dadas en los libros de Ecologenia. Es necesario que las fuerzas en movimiento sean objetivadas y puestas de relieve, para que con ello cualquiera pueda comprenderlas.

            La convocación principal se dirige a los poetas y artistas, a los sabios y filósofos para que desciendan de su especial existencia contemplativa, de su ideal mundo imaginario, a la realidad nacional con sus luchas y disturbios, sus necesidades e ideales. Para conseguir que esa fuerza mental, ese tiempo perdido y esa energía psíquica sea llevada a la vida real de la política, hay que tener clara toda la doctrina Ecologénica.

            Los hombres creadores deben proyectar, desde los fundamentos, la imagen, y hacer consciente el pujante movimiento Ecologénico y nacional en cada país, rescatar los valores de las Patrias y esclarecer su dirección y su sentido, para cumplir la misión de formar a los hombres y crear una historia diferente a la conocida hasta hoy. Un mundo Ecologénico ha de vivir en armonía con el resto del Universo, con abundancia de bienes y servicios sin daño al ecosistema global, sin genocidios, hambre, miserias e injusticias, sin que cada país pierda sus valores culturales, sin que cada persona, pierda su individualidad, aunque consigamos desarrollar una serie de puntos en común para -basados en el respeto- interactuar, convivir y sentirnos amparados por la misma bandera Ecologénica, a la vez que por la de la Patria a la que pertenezcamos y en la que vivamos. Este es el sentido de la cultura Ecologenista.

            Todo aquel que piense que esto es una utopía, debería darse cuenta que al pensarlo se está convirtiendo en enemigo de ese ideal que la inmensa mayoría de los humanos desea en su corazón. Lamentablemente, un movimiento con estas pautas, destinado a cambiar la esclavitud por la libertad y no en simple teoría, no puede tener simples espectadores, sino únicamente protagonistas. Intencionadamente o no, se estará de un lado o del otro. Sólo es preciso que el ideal se traslade a la mente, para que los brazos, la voz y el Espíritu de la Voluntad lo conviertan en una realidad. ¿En qué punto se encuentra el/la Lector/a ? ¿Desea que el mundo siga cómo está? ¿Piensa que vendrán “hermanitos extraterrestres” a arreglarlo?, ¿Cree aún que vendrá algún mesías a cargar con todas nuestras lacras? ¿Supone que “las autoridades” arreglarán el mundo sin necesidad de nuestra participación?

Si ha leído hasta aquí, no creo que se encuentre pensando en esas tonterías. Así que sigamos aclarando ideas.

3. El Sentimiento Ecologenista y Patriótico es esencial, el “Ethos” Ecologénico se evidencia tanto en el reconocimiento del valor de la personalidad como en la norma: “El bien común garantiza el propio” Sin heroísmo, sin altruismo de una porción de la población, sólo cabe esperar la degeneración de todos los valores, la pérdida de la individualidad a la vez que un individualismo egoísta, la pérdida de los valores comunes de la sociedad, luego la represión masiva y violenta y finalmente la esclavitud. Si deseamos la Libertad, debemos ganarla. Ese valor que es el mayor tesoro personal, es como los hijos:

            Respecto al sentimiento patriótico, hemos dicho ya algunas cosas, pero cabe remarcar que la única razón por la cual los pueblos han perdido el sentido patriótico, ha sido la constante, sutil y artera labor de inteligencia mediática realizada a tal efecto, contrastando con que se hace surgir ese sentimiento cuando se necesita a la masa para la guerra. La Ecologenia debe hacerlo surgir para la paz, para el progreso y para liberarse del yugo económico de los esclavistas.

4. El Liderazgo: Es de suma importancia la personalidad creadora en la política, economía, arte, ciencia, y en general, en todas las manifestaciones de la vida, pero en la política se requiere una característica especial, capaz de contener creatividad, psicología intuitiva, heroísmo y el Amor, la Voluntad y la Inteligencia, no sólo en perfecto equilibrio, sino en potente acción. Toda concepción colectiva verdadera y grande es siempre el producto anímico espiritual de una o de varias personalidades. Por eso la participación masiva en las Asambleas, no debe confundirse con el “decisión de las Mayorías”.

             En el Estado Ecologénico no hay sólo votaciones, ni menos aún para personas a quien no conocemos, salvo por su cara en un cartel. Hay líderes locales, que serán conductores responsables de los destinos de su comunidad. Esos líderes serán quienes elijan de entre sus filas, a los más capaces, a los más responsables y comprometidos con la causa. Cierto es que las mayorías deben elegir autoridades o democráticamente referéndums, pero eso sólo podrán hacerlo en la medida que participen activamente en las Asambleas, que gasten tiempo y esfuerzo mental por comprender sus situaciones y problemas, tanto de forma como de fondo. Igual las Asambleas terminarán en muchos sitios, con un reducido grupo de personas liderando. Pues esos líderes no serán meros obedientes del mandato popular “per se”, sino que todas sus decisiones tendrán tanto el mandato popular como el bien debatido criterio y la seguridad de que lo que se haga será lo mejor. Las Asambleas no serán meras reuniones para votar líderes, sino que ese “trámite previo”, procederán a analizar con toda la inteligencia del conjunto, cualquier cosa que deba resolverse. Sin embargo, el líder es quien debe explicar, convencer con razones, moderar y finalmente determinar y decidir.

            Para los líderes, la gran idea (por ella no debe entenderse simplemente un pensamiento) es la evolución auténtica del Pueblo, pacífica, sana, pluralista, la obra más grande que puede acometerse, por lo tanto, es la fuente de un gran entusiasmo capaz de satisfacer cada día de toda una vida. Solamente una personalidad de profundidad espiritual y pureza moral puede encender un entusiasmo verdadero también en los demás. Antes de que una doctrina ‑y esto es ley eterna – los líderes deben adquirir templanza y dureza como el acero, estar preparados para todo. Ser capaces de servir de ejemplo en todas las cosas básica de la supervivencia, la conducción militar, sin quedarse demasiado cortos en ningún campo científico básico.

            Los líderes Ecologénicos deben tener una cultura amplia, pero ello no significa que estén “llenos de datos”, sino capacitados para usar todo lo que conocen y estar dispuestos a que ello sirva a los más altos ideales de toda su Nación, con lo cual contribuirá indirectamente a todas las Naciones del mundo.

            Para el líder Ecologénico, gobernar es solamente otra forma más de un elevado servicio al pueblo, pero que debe cuidar y conocer en alguna medida todas las demás (trabajos, servicios, industrias, investigación, educación, seguridad…) y manejarlas con criterio interdisciplinario.

            En algunos momentos de la historia fueron necesarias personalidades grandiosas, carismáticas y capaces de gobernar a multitudes con honor y justicia, pero hoy la sociedad extremadamente heterogénea, con infinidad de criterios, rasgos culturales, educaciones y arquetipos diferentes, conviviendo en un país cualquiera, hace que dichas personalidades sean inviables como líderes absolutos, que no están dispuestos a aceptar las poblaciones debido a la creencia mundialmente establecida por los dueños del mercado, que todo absolutista en la historia ha sido malo, tiránico, etc.. El gran movimiento Ecologénico, solamente puede ser unitariamente conformado por el vínculo de respeto entre personas de lo más disímiles, de modo que los líderes deberán ser capaces de hallar los puntos en común que poseen todas las personas de su comunidad, provengan del lugar del mundo, cultura, educación, extracto religioso o colectivo especial que sea.

            Sin embargo, los lineamientos naturales para la labor del líder, son los mismos que en un pueblo homogéneamente conformado: Amor, Inteligencia y Voluntad como base espiritual, y sus manifestaciones morales: Honor, Lealtad y Dignidad.

            Con estas cualidades en acción, será reconocido por sus compatriotas y sin duda, tras un tiempo de actividad deberá escalar posiciones si no aparecen personas mejor dotadas para la política que él. Sin embargo, el sistema Asambleario evita que los “trepadores” tengan posibilidad de acción. En un pueblo que deja de ser “políticamente analfabeto” y está dispuesto a alcanzar las metas que la Ecologenia propone, el líder no debe preocuparse de alcanzar poder alguno. Será elegido para cada cosa, aquel que mejores condiciones posea, de modo que toda su preocupación ha de ser cumplir los objetivos acordados e instruirse permanente y cabalmente en los aspectos del sistema Ecologénico y en la Econogenia, que tendrá, como instrumento, el más alto porcentaje de atención de los ciudadanos.

            Con la autoridad del Presidente y una sólida Comisión Directiva de Asamblea Nacional, nace la unión, la forma, el orden, la disciplina, la alineación común y la conducta: fundamento y principio de una nueva educación, sea cual sea la condición de heterogeneidad del pueblo.

            Todos los grandes movimientos políticos de la historia (del lado de los “buenos” como del lado de los “malos” según la historia y la mediática), han formado juventudes especialmente entrenadas en la doctrina del movimiento, en el trabajo político y en funciones de seguridad. La Ecologenia no debe descartar la formación de un EJE (Estamento de Juventudes Ecologenistas), que se encargue de la difusión y enseñanza de la política mientras se consigue hacerlo oficialmente en las escuelas. Al menos un par de generaciones de jóvenes, deberán cumplir ese rol que los mayores no podrán hacer por disminución de la sociabilidad natural y por estar inmersos en otras actividades.

Capítulo Cuarto
LA ECONOGENIA PURA

            Es fundamental en la Econogenia ‑ además de la lucha contra el individualismo egoísta y el liberalismo ‑ la introducción de factores éticos, morales y culturales al tratar la economía.

            La idea de economía que hace hincapié en el valor de la “libertad” sin limitación ética, es decir, su consideración aislada de todas las otras expresiones de la cultura y de la vida, es una aberración que debe combatirse. El beneficio económico de unos, mediante la miseria o endeudamiento eterno de otros, no es economía, sino una trampa que a la corta destruye a los ciudadanos, pero a la larga, destruye a toda la comunidad.

La ética económica y la conciencia de la unión nacional, deben compenetrar la totalidad de la economía, porque de ella no sólo depende el alimento, el vestido y la “calidad de vida”, en el sentido material, sino también la evolución mental de las personas.  

            Ciertos trabajos de psicoantropología realizados por el autor, han determinado claramente una pérdida de cinco puntos en la media de coeficiente intelectual en poblaciones heterogéneas de Argentina y Brasil, a lo largo de unos veinte años. Podría discutirse sobre las causas, pero el único cambio de entorno que lo justifica, es la constante disminución de la calidad económica, la inmersión en la preocupación hipotecaria, la desesperación ante los créditos que no se pueden pagar y el estrés al intentar conseguir lo básico para subsistir. Los más afortunado, entran en un espiral de deseos, falsas necesidades y envidias provocadas por la publicidad y técnicas subliminales, terminando endeudados de por vida, siempre al borde de la quiebra personal.

            Existen formas de manejo económico de Estado que dieron resultado en el pasado, merced a condiciones muy diferentes de las actuales. O sea que esos modelos son en su mayor parte, inviables hoy en casi todo el mundo. Pero el sistema económico financiero y usurario actual es la aberración económica más grande de la historia conocida, por lo tanto, la Econogenia debe ser una reacción rotunda, produciendo una liberación mediante la estatización del dinero, pero previendo un desarrollo hacia el futuro, que cuando evolucione lo suficiente la sociedad, especialmente en sus caracteres de conciencia, podrá incluso abolirse por innecesario el uso del dinero. Ello no significa que el circulante sea reemplazado por “crédito virtual”, a menos que por tal crédito entendamos un valor de h/h (hora-hombre). Ello ocurriría de otro modo en caso de colapso global de la civilización, pues la emergencia haría que los supervivientes perdieran toda noción del dinero y tendrían que volver al mero intercambio de bienes, hasta que los nuevos Estados se conformen y organicen su actividad.

            La Ecologenia y su Econogenia puede considerarse un renacimiento de muchos estados económicos anteriores pero no vamos a entrar en la Historia. Baste decir que la historia que nos han contado en los dos últimos siglos es una ensalada llena de ajustes para servir a los planes económicos esclavistas.

            La concepción de la política económica de la Nación, es uno de los puntos centrales de su especulación y acción. Pero como hemos dicho antes, en la Ecologenia es, junto con el control de la información y la educación, la más importante herramienta, no el más importante fin.

            La teoría moderna del proceso de cambio en el mercado es una aberración económica en beneficio de los esclavistas, de modo que debe adquirir el pueblo, un concepto muy diferente. A partir de la instauración del sistema Ecologénico, la economía se base en las fuerzas productivas y en la justicia distributiva, no en los caprichos de los especuladores financieros.

            Consideramos que el desarrollo de la productividad y de la capacidad de trabajo es tanto a corto como a largo plazo, más esencial que la rentabilidad inmediata. Con ello ponemos la productividad económica nacional y la política económica, prevista por generaciones, por encima de la renta económica privada.  PÁGINA SIGUIENTE…

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